II Crónicas, 5
[1] Salomón , pues, hizo traer y guardar en los tesoros de la casa de Dios todo lo que su padre David había ofrecido: la plata y el oro y todos los vasos. •
[2] Después de esto convocó a los ancianos de Israel, y a todos los príncipes de las tribus, y cabezas de familia de los hijos de Israel, en Jerusalén , para trasladar el arca del Testamento del Señor desde la ciudad de David, por otro nombre Sión. •
[3] Vinieron, pues, al rey, todos los varones de Israel el día solemne del mes séptimo. •
[4] Y estando juntos todos los ancianos de Israel, llevaron el arca los levitas, •
[5] y la introdujeron en el templo con todo el aparato del Tabernáculo. Los vasos del santuario que había en el Tabernáculo los llevaron los sacerdotes con los levitas. •
[6] Entretanto el rey Salomón y toda la congregación de Israel, y todos los que se habían reunido delante del arca , sacrificaban carneros y bueyes sin número; tan grande era la multitud de las víctimas.
[7] En fin, los sacerdotes metieron el arca del Testamento del Señor en su lugar, esto es, en el oráculo del templo, en el lugar santísimo bajo las alas de los querubines.
[8] De tal suerte, que los querubines tenían extendidas sus alas sobre el lugar en que descansaba el arca , y cubrían la misma arca y sus varas;
[9] aunque como las varas, con que se llevaba el arca , eran algo más largas, se descubrían sus remates delante del oráculo; aunque el que estuviese un poco afuera, ya no podía verlas. Así quedó el arca allí, hasta el día de hoy. •
[10] No había otra cosa en el arca sino las dos tablas puestas por Moisés en Horeb, cuando el Señor dio la ley a los hijos de Israel, después que salieron de Egipto. •
[11] Salidos del santuario los sacerdotes (pues todos los sacerdotes que pudieron hallarse allí, se santificaron; no estando entonces hecho o puesto en práctica el repartimiento entre ellos de los turnos y orden de sus funciones), •
Se purificaron, para ejercer su ministerio.
[12] tanto los levitas como los cantores, esto es, los que estaban a las órdenes de Asaf, y los que estaban a las de Emán, y los que estaban a las de Iditún, sus hijos y hermanos, vestidos de lino finísimo, tañían címbalos, y salterios y cítaras, puestos en pie a la parte oriental del altar, y con ellos ciento veinte sacerdotes que tocaban sus trompetas o clarines. •
[13] Así, pues, formando todos un concierto con el canto y el sonido de las trompetas, y címbalos, y órganos, y toda especie de instrumentos músicos, y alzando en alto la voz, se percibía el sonido a lo lejos. Y sucedió que cuando hubieron comenzado a cantar y decir: Alabad al Señor, porque es bueno; porque es eterna su misericordia; la casa de Dios se llenó de una nube,
[14] de suerte que los sacerdotes no podían estar allí, ni ejercer sus funciones, a causa de la densa niebla. Porque la gloria del Señor había llenado la casa de Dios. •