II Crónicas, 34
[1] Ocho años tenía Josías cuando entró a reinar; y reinó treinta y un años en Jerusalén . •
[2] E hizo lo que era recto a los ojos del Señor, y siguió los pasos de su padre David, sin torcer ni a la derecha ni a la izquierda.
[3] Al octavo año de su reinado, siendo todavía jovencito, comenzó a buscar al Dios de su padre David; y al año duodécimo de reinar, limpió el país de Judá y a Jerusalén de los lugares altos y bosques profanos, y de los ídolos y simulacros. •
[4] E hizo destruir en presencia suya los altares de Baal, y hacer pedazos los ídolos colocados encima; quitó también sus bosques, y desmenuzó las estatuas, cuyos pedazos esparció sobre los sepulcros de los que solían ofrecerle sacrificios. •
[5] Además los huesos de los sacerdotes de los ídolos los quemó sobre los altares de los mismos ídolos; y purificó a Judá y a Jerusalén . •
[6] Igualmente destruyó todas estas cosas abominables en las ciudades de las tribus de Manasés, y Efraín, y Simeón hasta Neftalí. •
[7] Destruidos los altares y los bosques, y hechos pedazos los ídolos, y demolidos todos los templos por todo el país de Israel, regresó a Jerusalén . •
[8] Con lo que el año dieciocho de su reinado, purificado ya el país y el templo del Señor, envió a Safán, hijo de Eselías, y a Maasías, príncipe o magnate de la ciudad, y al canciller Johá hijo de Joacaz, para que cuidasen de la restauración del templo del Señor Dios suyo. •
[9] Los cuales vinieron a Helcías, sumo sacerdote, y recibiendo de él el dinero depositado en la casa del Señor, y que los levitas y porteros habían recogido de las tribus de Manasés y Efraín, y de todo el resto de Israel, como también de todo Judá, y de Benjamín, y de los moradores de Jerusalén ;
[10] lo entregaron en manos de los capataces de los que trabajaban en la casa del Señor para la restauración del templo y reparación de todas sus quiebras.
[11] Estos lo dieron a los artífices, y albañiles para comprar piedras de cantería y madera para los amarres de la obra y para el tablaje de los edificios destruidos por los reyes de Judá. •
[12] Ejecutaban éstos todo fielmente. Los capataces de los obreros eran Jahat y Abdías de los descendientes de Merari, Zacarías y Mosollam de la estirpe de Caat, los cuales daban prisa a la obra; todos levitas diestros en tañer instrumentos. •
[13] Sobre los que acarreaban lo necesario para diferentes usos, vigilaban los escribas y los porteros mayores de entre los levitas. •
[14] Al tiempo de sacar el dinero depositado en el templo del Señor, encontró el sumo sacerdote Helcías el Libro de la ley del Señor escrita por mano de Moisés; •
[15] y dijo a Safán, secretario: He hallado en la casa del Señor el Libro de la ley; y se lo entregó.
[16] Llevó éste el libro al rey, y dándole cuenta, dijo: Todo lo que has encargado al cuidado de tus siervos, se va concluyendo. •
[17] La plata encontrada en la casa del Señor se ha fundido, y se ha entregado a los capataces de los artífices y obreros de diferentes labores. •
[18] Además de esto me ha entregado Helcías, sumo sacerdote, este libro. Y habiéndolo él leído en presencia del rey,
[19] y oído éste las palabras de la ley, rasgó sus vestiduras;
Deut 28.
[20] y dio orden a Helcías, y a Ahicam, hijo de Safán, y a Abdón, hijo de Mica, y a Safán, secretario, y a Asaas, criado o ministro del rey diciendo:
[21] Id, y orad o consultad al Señor por mí y por las reliquias de Israel y de Judá, acerca de todas las palabras de este libro que se ha encontrado; porque grande es el furor o azote del Señor que está para descargar sobre nosotros; por cuanto no han guardado nuestros padres las palabras del Señor, ni cumplido todo cuanto está escrito en este libro.
[22] Fue, pues, Helcías, junto con los enviados del rey, a encontrar a Olda, profetisa, mujer de Sellum, hijo de Tecuat, hijo de Hasra, guardarropa; la cual moraba en Jerusalén , en la segunda ciudad, y le refirieron las palabras que arriba mencionamos. •
[23] Ella le respondió: Esto dice el Señor Dios de Israel: Decid a la persona que os ha enviado a mí:
[24] Así ha hablado el Señor: He aquí que yo enviaré sobre este lugar y sobre sus moradores las calamidades y todas las maldiciones escritas en ese libro que se ha leído delante del rey de Judá;
[25] por cuanto me han abandonado a mí, y han ofrecido sacrificios a los dioses extranjeros, provocando mi ira con todas las obras de sus manos; por cuyo motivo lloverá mi furor sobre este lugar, y no cesará.
[26] Al rey de Judá que os ha enviado para que yo ruegue al Señor, le diréis: Esto dice el Señor Dios de Israel: Ya que por haber oído las palabras del libro,
[27] se ha enternecido tu corazón, y te has humillado en el acatamiento de Dios, con motivo de lo que en él hay escrito contra este lugar, y contra los habitantes de Jerusalén ; y temblando de mi majestad, has rasgado tus vestiduras, y llorado en mi presencia; yo también te he oído, dice el Señor.
[28] Porque bien pronto te reuniré con tus padres, y serás colocado en paz en tu sepulcro; y no verán tus ojos todos los males que yo descargaré sobre este lugar y sobre sus habitantes. Se volvieron, pues, y dieron cuenta al rey de todo cuanto ella había dicho. •
[29] Entonces el rey, convocando a todos los ancianos o senadores de Judá, y de Jerusalén ,
[30] subió al templo del Señor, acompañado de todos los varones de Judá, y de los moradores de Jerusalén , de los sacerdotes y levitas, y de todo el pueblo, grandes y pequeños. Y estando todos con atención en el templo del Señor, leyó el rey el libro palabra por palabra.
[31] Y puesto en pie en su estrado o solio, hizo pacto o prometió delante del Señor de caminar en pos de él, y de observar sus preceptos, y leyes y ceremonias, con todo su corazón, y con toda su alma, y de hacer todas las cosas escritas en el libro que acababa de leer; •
[32] e hizo jurar lo mismo a todos los que se hallaban en Jerusalén y en Benjamín; y los habitantes de Jerusalén confirmaron el pacto del Señor Dios de sus padres.
[33] Extirpó, pues, Josías todas las abominaciones de todo el país de los hijos de Israel; e hizo que cuantos quedaron habitando en Israel sirviesen al Señor Dios suyo. Mientras él vivió no abandonaron al Señor Dios de sus padres. •