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II Crónicas, 30


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[1] Envió después Ezequías por todo Israel y Judá, y en particular escribió cartas a Efraín y a Manasés, convidándolos a venir al templo del Señor en Jerusalén para celebrar la Pascua del Señor Dios de Israel.

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Oseas reinaba en Israel.

[2] Pues habiendo tenido consejo el rey con los príncipes o magnates y con todo el pueblo de Jerusalén , determinaron celebrar la Pascua en el mes segundo.

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Nm. 9, 10-11.

[3] Visto que no habían podido celebrarla a su tiempo, por cuanto no estaban purificados bastantes sacerdotes, y el pueblo no se había podido reunir todavía en Jerusalén .

[4] Fue esta resolución muy del agrado del rey y de toda la muchedumbre.

[5] Por lo que determinaron enviar mensajeros por todo Israel desde Bersabee hasta Dan, convidando a los pueblos a venir a celebrar la Pascua al Señor Dios de Israel en Jerusalén ; pues muchos no la habían celebrado hacía tiempo, a pesar de lo ordenado por la ley.

[6] En efecto, salieron correos por orden del rey y de sus magnates, con cartas circulares para todo Israel y Judá; en las cuales, conforme a lo mandado por el rey, se decía: Hijos de Israel, convertíos al Señor, Dios de Abrahán, y de Isaac, y de Israel, y él acogerá las reliquias que han escapado del poder del rey de los asirios.

[7] No queráis imitar a vuestros padres y hermanos, que se alejaron del Señor Dios de sus padres, y el Señor los abandonó a la perdición, como vosotros mismos estáis viendo.

[8] No endurezcáis vuestros corazones, como vuestros padres; rendíos al Señor, y venid a su santuario, que santificó para siempre; servid al Señor Dios de vuestros padres, y se apartará de vosotros su furor e indignación.

[9] Porque si vosotros os convertís al Señor, vuestros hermanos e hijos hallarán compasión en sus amos, que los llevaron cautivos, y volverán a esta tierra; puesto que piadoso y clemente es el Señor vuestro Dios, y no ha de torcer su rostro, si os volviereis a él.

[10] Iban, pues, corriendo los correos de ciudad en ciudad por el país de Efraín y de Manasés hasta el de Zabulón; mas estos pueblos se reían y mofaban de ellos.

[11] Sin embargo, algunos varones de Aser, de Manasés y de Zabulón, abrazando el consejo, vinieron a Jerusalén .

[12] Al contrario, en Judá obró la mano del Señor, dándoles a todos un mismo corazón para obedecer la palabra del Señor, conforme a la orden del rey y de los príncipes.

[13] Con esto se congregaron en Jerusalén muchos pueblos para celebrar la fiesta de los Azimos o la Pascua , el mes segundo.

[14] E inmediatamente destruyeron los altares que había en Jerusalén ; y todos los parajes donde se ofrecía incienso a los ídolos, los arruinaron, y lo arrojaron todo en el torrente de Cedrón.

[15] Y sacrificaron el cordero pascual el día catorce del mes segundo. También los sacerdotes y levitas, que por fin se habían ya purificado, ofrecieron holocaustos en el templo del Señor;

[16] y ejercieron sus funciones conforme a lo expuesto en la ley de Moisés, varón de Dios. Recibían los sacerdotes de mano de los levitas la sangre que se debía derramar;

[17] porque como muchísima gente no estaba todavía purificada, por eso los levitas degollaron el cordero pascual por aquellos padres de familia que no habían acudido a tiempo para purificarse delante del Señor.

[18] Y aun gran parte del pueblo de Efraín, y de Manasés, y de Isacar, y de Zabulón, que no estaba purificada, comieron el cordero, no según la Escritura. Mas Ezequías hizo oración por ellos, diciendo: El Señor, que es infinitamente bueno, se apiadará

[19] de todos aquellos que de todo corazón buscan al Señor Dios de sus padres; y no les imputará la falta de no estar bien purificados.

[20] En efecto, lo oyó benigno el Señor, y perdonó al pueblo.

[21] De esta manera los hijos de Israel, que se hallaron en Jerusalén , celebraron con gran alegría la solemnidad de los Azimos por espacio de siete días, cantando cada día alabanzas al Señor, y asimismo los levitas y sacerdotes con los instrumentos músicos correspondientes a su oficio.

[22] Ezequías por su parte dio las gracias a todos los levitas, los cuales tenían mucho conocimiento en las cosas del Señor, y los alentó; y los siete días que duró la solemnidad comieron de las víctimas pacíficas que ofrecían, alabando al Señor Dios de sus padres.

[23] Y todo aquel concurso acordó hacer fiesta aún otros siete días, como lo ejecutaron con sumo gozo.

[24] Porque Ezequías , rey de Judá, había dado para aquel gentío mil toros y siete mil ovejas; para el cual los príncipes o magnates habían añadido mil toros y diez mil ovejas; por lo que se purificó un gran número de sacerdotes.

[25] Así pues, rebosaba de alegría toda la gente de Judá, junto con los sacerdotes y levitas, no menos que todo el concurso que había acudido de Israel, como también los extranjeros, tanto los del país de Israel, como los que habitaban en tierra de Judá.

[26] En suma, fue grande esta solemnidad que se celebró en Jerusalén , y cual no se había visto semejante en aquella ciudad desde el tiempo de Salomón , hijo de David, rey de Israel.

[27] Finalmente, los sacerdotes y levitas, puestos en pie, bendijeron al pueblo; y fue oída su voz por el Señor; y su oración penetró hasta la morada santa del cielo.

II Crónicas, 30