II Crónicas, 18
[1] Fue, pues, Josafat muy rico, y adquirió mucha gloria; y emparentó con Acab. •
[2] Al cabo de algunos años pasó a visitar a éste en Samaria, por cuya llegada hizo matar Acab muchísimos carneros y bueyes para él y para la gente que con él había venido, y lo persuadió de ir con él contra Ramot de Galaad. •
[3] Dijo, pues, Acab, rey de Israel, a Josafat, rey de Judá: Ven conmigo a Ramot de Galaad. Le respondió Josafat: Tú y yo somos una misma cosa, y una misma cosa tu pueblo y el mío, y así iremos contigo a la guerra. •
[4] Añadió Josafat al rey de Israel: Te ruego que consultes en este lance qué es lo que dice el Señor.
[5] Juntó, pues, el rey de Israel cuatrocientos profetas, y les dijo: ¿Debemos ir a atacar a Ramot de Galaad, o estarnos quedos? Respondieron ellos: Marcha; que Dios entregará esa ciudad en poder del rey.
[6] Replicó Josafat: ¿No hay aquí algún profeta del Señor, para que también le consultemos?
[7] Dijo el rey de Israel a Josafat: Aquí hay un hombre por quien podemos inquirir la voluntad del Señor; mas yo lo aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, sino siempre desdichas; éste tal es Miqueas, hijo de Jemla. Y respondió Josafat: No hables, oh rey, de esa manera.
[8] Llamó, pues, el rey de Israel a uno de los eunucos o camareros, y le dijo: Llama luego a Miqueas, hijo de Jemla.
[9] Entretanto el rey de Israel, y Josafat, rey de Judá, vestidos de traje real, estaban ambos sentados en tronos; el sitio donde estaban era una plaza, junto a la puerta de Samaria; y todos aquellos profetas iban vaticinando en su presencia. •
[10] Sedecías, hijo de Canaana, se hizo unos cuernos de hierro, y dijo: Esto dice el Señor: Con éstas voltearás tú a la Siria, hasta hacerla añicos. •
[11] Y todos aquellos profetas vaticinaban del mismo modo, diciendo: Sal contra Ramot de Galaad, y tendrás próspero suceso; el Señor la entregará en poder del rey.
[12] Por lo que el mensajero que había ido a llamar a Miqueas, previno a éste: Mira que todos los profetas a una voz anuncian al rey felices sucesos; por lo que te ruego que tu lenguaje sea conforme al suyo, y anuncies cosas favorables.
[13] Le respondió Miqueas: Vive el Señor, que todo aquello que mi Dios me dijere, eso hablaré.
[14] Se presentó, pues, al rey; el cual le dijo: Miqueas, ¿debemos declarar la guerra contra Ramot de Galaad, o estarnos quietos? Le respondió Miqueas: Id; porque todo os saldrá felizmente, y los enemigos serán entregados en vuestras manos. •
[15] Replicó el rey: En nombre del Señor te conjuro una y otra vez, que no me hables sino la verdad.
[16] Entonces dijo Miqueas: He visto a todo Israel disperso por los montes, como ovejas sin pastor; y ha dicho el Señor: Estos no tienen quien los mande; que se vuelva cada uno en paz a su casa.
[17] Y dijo el rey de Israel a Josafat: ¿No te dije yo que éste no me anunciaría cosa buena, sino sólo desdichas?
[18] Pero Miqueas, replicó: Pues oíd aún la palabra del Señor: He visto yo al Señor sentado en su trono, y a toda la milicia celestial en torno de él a la diestra y a la siniestra. •
[19] Y ha dicho el Señor: ¿Quién engañará a Acab, rey de Israel, a fin de que salga a campaña y perezca en Ramot de Galaad? Y diciendo quién una cosa y quién otra, •
[20] sobrevino cierto espíritu, y presentándose ante el Señor, dijo: Yo lo engañaré. Le preguntó el Señor: ¿Cómo lo engañarás tú? •
[21] Iré, respondió él, y seré un espíritu mentiroso en la boca de todos sus profetas. Y el Señor le contestó: Lo engañarás y te saldrás con ello; anda, y hazlo así. •
[22] En consecuencia ya ves cómo el Señor ha puesto o permitido el espíritu de mentira en la boca de todos tus profetas; y el Señor mismo ha pronunciado contra ti desastres.
[23] Entonces Sedecías, hijo de Canaana, se acercó y dio a Miqueas un bofetón, diciendo: ¿Por qué camino se ha ido de mí el espíritu del Señor para ir a hablarte a ti?
[24] Respondió Miqueas: Tú mismo lo verás en aquel día, en que irás huyendo de aposento en aposento para esconderte. •
[25] Pero el rey de Israel dio una orden diciendo: Prended a Miqueas, y llevadlo a Amón, gobernador de la ciudad, y a Joás, hijo de Amelec, •
[26] y les diréis: Esto manda el rey: Metedlo en la cárcel, y dadle un pedazo de pan y un poquito de agua, hasta mi feliz regreso.
[27] A lo que dijo Miqueas: Si regresases tú felizmente, no será verdad que el Señor haya hablado por mi boca. Y añadió: Oídlo, pueblos todos. •
[28] Sin embargo, el rey de Israel y Josafat, rey de Judá, marcharon contra Ramot de Galaad.
[29] Mas el rey de Israel dijo a Josafat: Yo mudaré de traje, y entraré de este modo en batalla; tú lleva tus vestidos. En efecto, el rey de Israel entró disfrazado en el combate. •
[30] Había dado el rey de Siria esta orden a los capitanes de su caballería: No peleéis contra nadie, pequeño ni grande, sino tan solamente contra el rey de Israel.
[31] Y así luego que los comandantes de la caballería vieron a Josafat, dijeron: El rey de Israel es ése; y rodeándolo cargaron sobre él. Pero él invocó a gritos al Señor, el cual lo socorrió, y los desvió de él. •
[32] Porque habiendo visto los capitanes de la caballería que no era el rey de Israel, lo dejaron.
[33] Entretanto sucedió que uno de la tropa, tirando sin objeto particular una saeta, hirió al rey de Israel entre el cuello y la espalda; por lo que dijo el rey a su cochero: Vuelve atrás, y sácame del combate, porque estoy herido.
[34] Con esto se acabó en aquel día la guerra. El rey de Israel se mantuvo en su coche hasta la tarde, enfrente a los siros, y murió al ponerse el sol.