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II Macabeos, 11


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[1] Pero poco tiempo después Lisias, ayo del rey y su pariente, que tenía el manejo de los negocios del reino, sintiendo mucho pesar por lo que había acaecido,

[2] juntó ochenta mil hombres de a pie, y toda la caballería, y se dirigió contra los judíos con el designio de tomar la ciudad de Jerusalén , y de darla a los gentiles para que la poblasen,

[3] y de sacar del templo grandes sumas de dinero, como hacía de los otros templos de los paganos, y vender anualmente el sumo sacerdocio,

[4] sin reflexionar en el poder de Dios, sino confiando neciamente en su numerosa infantería, en los miles de caballos y en ochenta elefantes.

[5] Y después de entrar en Judea, y acercarse a Betsura, situada a cinco estadios de Jerusalén , atacó esta plaza.

[6] Pero luego que el Macabeo y su gente supieron que los enemigos habían comenzado a sitiar las fortalezas, rogaban al Señor con lágrimas y suspiros, a una con todo el pueblo, que enviase un ángel bueno para que salvase a Israel.

[7] Y el mismo Macabeo, tomando las armas el primero de todos, exhortó a los demás a exponerse como él a los peligros a fin de socorrer a sus hermanos.

[8] Mientras, pues, que iban marchando todos con ánimo denodado, se les apareció, al salir de Jerusalén , un personaje a caballo, que iba vestido de blanco, con armas de oro, y blandiendo la lanza.

[9] Entonces todos a una bendijeron al Señor misericordioso, y cobraron nuevo aliento, hallándose dispuestos a pelear, no sólo contra los hombres, sino hasta contra las bestias más feroces, y a penetrar muros de hierro.

[10] Caminaban con esto llenos de ardor, teniendo en su ayuda al Señor, que desde el cielo hacía resplandecer sobre ellos su misericordia.

[11] Así que, arrojándose impetuosamente como leones sobre el enemigo, mataron once mil de a pie, y mil seiscientos de a caballo;

[12] y pusieron en fuga a todos los demás, la mayor parte de los cuales escaparon heridos y despojados de sus armas, salvándose el mismo Lisias por medio de una vergonzosa fuga.

[13] Y como no le faltaba talento, meditando para consigo la pérdida que había tenido, y conociendo que los hebreos eran invencibles cuando se apoyaban en el socorro de Dios Todopoderoso, les envió comisionados;

[14] y les prometió condescender en todo aquello que fuese justo, y que persuadiría al rey a que hiciese alianza y amistad con ellos.

[15] Asintió el Macabeo a la demanda de Lisias, atendiendo en todo a la utilidad pública; y en efecto, concedió el rey todo lo que había pedido Judas a favor de los judíos en la carta que escribió a Lisias.

[16] La carta que Lisias escribió a los judíos era del tenor siguiente: Lisias al pueblo de los judíos, salud:

[17] Juan y Abesalom, vuestros enviados, al entregarme vuestro escrito me pidieron que hiciese lo que ellos proponían.

[18] Por tanto, expuse al rey todo lo que podía representársele, y ha otorgado cuanto le ha permitido el estado de los negocios.

[19] Y si vosotros guardáis fidelidad en lo tratado, yo también procuraré en lo sucesivo proporcionaros el bien que pudiere.

[20] Por lo que hace a los demás asuntos, he encargado a vuestros diputados y a los que yo envío, que a boca traten de cada uno de ellos con vosotros.

[21] Pasadlo bien. A veinticuatro del mes de Dióscoro del año ciento cuarenta y ocho.

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No se conoce otro nombre para este mes.

[22] La carta del rey decía así: El rey Antíoco a Lisias su hermano, salud.

[23] Después que el rey, nuestro padre, fue trasladado entre los dioses, deseando que nuestros súbditos vivan en paz, y puedan atender a sus negocios;

[24] y habiendo sabido que los judíos no pudieron condescender a los deseos que tenía mi padre de que abrazasen los ritos de los griegos, sino que han querido conservar sus costumbres, y por esta razón nos piden que les concedamos vivir según sus leyes:

[25] Por tanto, queriendo que esta nación goce también de paz, como las otras, hemos ordenado y decretado que se le restituya el libre uso del templo a fin de que vivan según la costumbre de sus mayores.

[26] En esta conformidad harás bien en enviarles comisionados para hacer con ellos la paz, a fin de que enterados de nuestra voluntad cobren buen ánimo, y se apliquen a sus intereses particulares.

[27] La carta del rey a los judíos era del tenor siguiente: El rey Antíoco al Senado de los judíos y a todos los demás judíos, salud:

[28] Si estáis buenos, esto es lo que os deseamos; por lo que hace a nosotros, lo pasamos bien.

[29] Menelao ha venido para hacernos presente que deseáis venir a tratar con los de vuestra nación que están acá con nosotros.

[30] Por tanto, damos salvoconducto a aquellos que vengan hasta el día treinta del mes de Xántico.

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Corresponde a finales de marzo de 164 a.C..

[31] Y permitimos a los judíos que usen de sus viandas como quieran y vivan según sus leyes como antes; sin que ninguno pueda ser molestado por razón de las cosas o faltas hechas por ignorancia.

[32] Y finalmente, os hemos enviado a Menelao para que lo trate con vosotros.

[33] Pasadlo bien. A quince del mes de Xántico del año ciento cuarenta y ocho.

[34] Asimismo los romanos enviaron también una carta en estos términos: Quinto Memmio y Tito Manilio, legados de los romanos, al pueblo de los judíos, salud.

[35] Las cosas que os ha concedido Lisias, pariente del rey, os las concedemos igualmente nosotros;

[36] y por lo que hace a las otras, sobre las cuales juzgó Lisias deber consultar al rey, enviad cuanto antes alguno, después que hayáis conferenciado entre vosotros, a fin de que resolvamos lo que os sea más ventajoso; pues estamos para marchar hacia Antioquía.

[37] Daos, pues, prisa a responder, para que sepamos de este modo lo que deseáis.

[38] Pasadlo bien. A quince del mes de Xántico del año ciento cuarenta y ocho.

II Macabeos, 11