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I Samuel, 12


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[1] Entonces dijo Samuel a todo el pueblo de Israel: Ya veis que he condescendido con vosotros en todo lo que me habéis propuesto, y que os he dado un rey;

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Este capítulo recoge una alocución de Samuel al pueblo, acompañada de truenos y lluvia. Sus palabras evocan la época en que Dios era el rey de Israel e invitan a sus oyentes a servir a Dios y guardar sus mandamientos.

[2] y este rey se halla al frente de vosotros. Yo ya soy viejo y lleno de canas, y mis hijos con vosotros están. Entre vosotros he vivido desde mi juventud hasta hoy; aquí me tenéis presente.

[3] Declarad contra mí delante del Señor y de su ungido, si acaso yo he usurpado el buey o el asno u otra cosa de ninguna persona; si he calumniado a nadie, si le he oprimido; si he aceptado cohecho, ni regalo alguno de quienquiera que sea, que hoy os satisfaré, y lo restituiré.

[4] A lo que dijeron: No nos has calumniado ni oprimido, ni has tomado de nadie cosa chica ni grande.

[5] Les repuso Samuel: Testigo es el Señor contra vosotros, y testigo su ungido en este día de que no habéis hallado nada que decir contra mi conducta. Respondieron: Testigo.

[6] Y dijo Samuel al pueblo: Sí, testigo me es aquel Señor que crió a Moisés y Aarón, y sacó a nuestros padres de la tierra de Egipto.

[7] Ahora bien, compareced vosotros para que yo delante del Señor os haga cargo en juicio de todas las misericordias que os hizo a vosotros y a vuestros padres.

[8] Acordaos de cómo Jacob entró en Egipto, y de qué manera clamaron vuestros padres al Señor; el cual envió a Moisés y Aarón y sacó a vuestros padres de Egipto, y los estableció en este país.

[9] Mas ellos se olvidaron del Señor Dios suyo; por lo que los entregó en poder de Sísara, capitán general del ejército de Hasor y en poder de los filisteos, y en poder también del rey de Moab, que les hicieron guerra.

[10] Pero después clamaron al Señor, diciendo: Hemos pecado, pues abandonamos al Señor y hemos servido a Baal y a Astarot; ahora, pues, líbranos de las manos de nuestros enemigos, y te serviremos.

[11] Con efecto, el Señor os envió a Jerobaal, y a Badán, y a Jefté y a Samuel, y os libró del poder de vuestros enemigos que os rodeaban, y vivisteis en seguridad.

[12] Pero viendo que Naas, rey de los amonitas, marchaba contra vosotros, me dijisteis: No será como hasta aquí, sino que nos mandará un rey, siendo así que era entonces el mismo Señor Dios vuestro el que reinaba en medio de vosotros.

[13] Ahora bien, aquí tenéis a vuestro rey, ya que vosotros escogisteis y pedisteis tenerlo; ya veis cómo el Señor os ha dado un rey.

[14] Con todo si temiereis al Señor, y le sirviereis, y escuchareis su voz, y no fuereis rebeldes a sus palabras, entonces, así vosotros como el rey que os gobierna, seréis dichosos siguiendo al Señor Dios vuestro.

[15] Mas si no escuchareis la voz del Señor, y fuereis rebeldes a sus mandatos, descargará sobre vosotros la mano del Señor, como hizo sobre vuestros padres.

[16] Pero aguardad ahora un poco, y veréis este prodigio que el Señor va a hacer delante de vuestros ojos.

[17] ¿No estamos ahora en la siega de los trigos? Pues yo voy a invocar al Señor, y enviará repentinamente truenos y lluvias; a fin de que entendáis y veáis cuán grande es delante del Señor el mal que habéis hecho pidiendo un rey.

[18] Clamó, pues, Samuel al Señor, y el Señor envió truenos y lluvias en aquel mismo día;

[19] con lo que todo el pueblo temió en gran manera al Señor y a Samuel, y dijeron todos juntos a Samuel: Ruega por tus siervos al Señor Dios tuyo, para que no muramos; porque a todos los demás pecados nuestros hemos añadido aún la maldad de pedir un rey para que nos gobernase.

[20] Dijo entonces Samuel al pueblo: No temáis; vosotros es verdad habéis cometido todos esos pecados; sin embargo no os apartéis del camino del Señor, sino servidle de todo vuestro corazón,

[21] ni queráis descarriaros en pos de cosas vanas, que no os aprovecharán de nada, ni os librarán; puesto que no son más que vanidad y mentira.

[22] Porque el Señor, por amor de su nombre grande y santo, no desamparará a su pueblo; habiendo jurado tomaros por propio pueblo suyo.

[23] Por lo demás lejos de mí cometer tal pecado contra el Señor, que yo cese nunca de rogar por vosotros; yo os enseñaré siempre el recto y buen camino.

[24] Así, pues, temed al Señor y servidle de veras y de todo vuestro corazón, ya que habéis visto las maravillas que ha obrado entre vosotros.

[25] Mas si os obstinareis en la malicia pereceréis vosotros y vuestro rey.

I Samuel, 12