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I Reyes, 22


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[1] Tres años se pasaron sin guerra entre la Siria e Israel;

[2] pero al tercer año fue Josafat, rey de Judá, a visitar al rey de Israel.

[3] (Había dicho el rey de Israel a sus criados o cortesanos: ¿No sabéis que Ramot de Galaad es plaza nuestra, y con todo no cuidamos de recobrarla del poder del rey de Siria?)

[4] Y dijo a Josafat: ¿Vendrás conmigo a la guerra contra Ramot de Galaad?

[5] Respondió Josafat al rey de Israel: Somos los dos una misma cosa, y una misma cosa son tu pueblo y el mío, y tuya es mi caballería. Y añadió Josafat al rey de Israel: Consulta, te ruego, al Señor este día, para que sepamos su voluntad.

[6] Juntó, pues, el rey de Israel a sus profetas en número de cerca de cuatrocientos, y les dijo: ¿Debo emprender la guerra contra Ramot de Galaad, o estarme quieto? Empréndela, respondieron ellos; que el Señor entregará la plaza en poder del rey.

[7] Mas Josafat dijo: ¿No hay aquí algún profeta del Señor, a fin de consultar por medio de él?

[8] Le respondió el rey de Israel: Uno ha quedado, por cuyo medio podemos consultar al Señor; mas yo lo aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, sino mala: ése es Miqueas, hijo de Jemla. Replicó Josafat: Oh rey, no hables de esa manera.

[9] Llamó, pues, el rey de Israel a un eunuco o camarero y le dijo: Anda, ve, y trae luego a Miqueas, hijo de Jemla.

[10] Estaban el rey de Israel y Josafat, rey de Judá, sentados cada uno en su trono, vestidos de traje real en la era o plaza contigua a la puerta de Samaria; y todos los profetas falsos profetizando delante de los dos.

[11] Y Sedecías, hijo de Canaana, se había hecho fabricar unos cuernos de hierro, y dijo: Esto dice el Señor: Con estos aventarás la Siria, hasta que no dejes rastro de ella.

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Con esta alegoría, quería anunciar este falso profeta el gran poder de Acab.

[12] A este tenor los demás profetas profetizaban, diciendo: Sal a campaña contra Ramot de Galaad, ve en hora buena; que el Señor la entregará en manos del rey.

[13] Al mismo tiempo el mensajero que había ido a llamar a Miqueas, lo previno, diciendo: Mira que todos los profetas están acordes en anunciar prósperos sucesos al rey; sea, pues, tu lenguaje semejante al suyo, y anuncia buenas nuevas.

[14] Le respondió Miqueas: Vive el Señor, que no hablaré otra cosa que lo que el Señor me dijere.

[15] Llegó, pues, delante del rey, el cual le preguntó: Miqueas, ¿debemos ir a hacer la guerra contra Ramot de Galaad, o estarnos quietos? Le respondió Miqueas: Anda, y ve en hora buena; que el Señor la entregará en manos del rey.

[16] Le replicó el rey: Te conjuro una y mil veces en el nombre del Señor, que no me digas sino la verdad.

[17] Entonces dijo él: Yo vi a todo Israel dispersado por los montes, a semejanza de ovejas sin pastor; y dijo el Señor: Estos no tienen caudillo; vuélvase cada uno en paz a su casa.

[18] Al oír esto el rey de Israel dijo a Josafat: ¿Por ventura no te lo dije, que éste jamás me profetiza cosa buena, sino siempre mala?

[19] Pero Miqueas, ratificándose, añadió: Por tanto, oye la palabra del Señor: He visto al Señor sentado sobre su solio, y a toda la milicia celestial que estaba a su alrededor a la derecha y a la izquierda.

[20] Y dijo el Señor: ¿Quién engañará a Acab, rey de Israel, para que vaya y perezca en Ramot de Galaad? Sobre lo cual uno dijo una cosa, y otro otra.

[21] Mas salió del abismo el espíritu maligno, y se presentó al Señor, diciendo: Yo lo engañaré si me lo permites. Le preguntó el Señor: ¿De qué manera?

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El demonio se serviría de engaños para castigo de Acab.

[22] Y él respondió: Saldré y seré un espíritu mentiroso en la boca de todos sus profetas. Y dijo el Señor: Lo engañarás, y lograrás tu intento; vete, y haz lo que dices.

[23] Mira, pues, concluyó Miqueas; mira que el Señor ha puesto o dejado entrar el espíritu de mentira en la boca de todos tus profetas que están aquí; mientras que el mismo Señor tiene decretados contra ti desastres.

[24] Se acercó entonces Sedecías, hijo de Canaana, y dio un bofetón a Miqueas, diciendo: ¿Con que a mí me ha desamparado el espíritu del Señor y te ha hablado a ti?

[25] Respondió Miqueas: Tú lo verás aquel día, cuando vayas huyendo de escondrijo en escondrijo para ocultarte y salvarte.

[26] Pero el rey de Israel dijo: Prended a Miqueas, y esté bajo la custodia de Amón, gobernador de la ciudad, y de Joás, hijo de Amelec;

[27] a quienes diréis: Esto manda el rey: Meted a ese hombre en la cárcel, y alimentadle con pan de dolor y agua de aflicción, hasta que yo vuelva victorioso.

[28] A lo que dijo Miqueas: Si tú vuelves victorioso, el Señor no habló por mi boca. Y añadió: Pueblos todos estad alerta, y sedme testigos.

[29] Salió, pues, el rey de Israel a campaña con Josafat, rey de Judá, contra Ramot de Galaad.

[30] Y dijo el rey de Israel a Josafat: Toma tus armas y entra en batalla, vestido de tus ropas. Mas el rey de Israel mudó de traje, y entró disfrazado en la pelea.

[31] Había mandado el rey de Siria a los treinta y dos comandantes de sus carros de guerra, diciendo: No pelearéis contra ninguno pequeño ni grande, sino contra solo el rey de Israel.

[32] Como fuesen, pues, los capitanes de los carros a Josafat, se figuraron que era el rey de Israel, y arrojándose encima, peleaban contra él. Josafat entonces dio voces al Señor;

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2Pa. 18, 31.

[33] por donde conocieron los capitanes de los carros que no era el rey de Israel, y lo dejaron.

[34] Mas un soldado flechó su arco, y disparando al aire, casualmente hirió al rey de Israel entre el pulmón y el estómago. Por lo que dijo el rey a su cochero: Da la vuelta y sácame del combate, porque estoy gravemente herido.

[35] Se dio, pues, la batalla aquel día; y el rey de Israel, aunque herido, estaba en su carroza, vuelto de cara a los siros. Pero murió por la tarde, habiendo corrido la sangre de la herida hasta el fondo de la carroza.

[36] Y antes de ponerse el sol, un rey de armas tocó la trompeta por todo el ejército avisando que cada uno se volviese a su ciudad y a su país.

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Diciendo: El rey ha muerto; vuélvase cada cual a su país y ciudad.

[37] Muerto, pues, el rey, fue conducido a Samaria, donde lo sepultaron.

[38] Y lavaron su carroza y las riendas de los caballos en el estanque de Samaria; y los perros lamieron su sangre, conforme a la palabra que había el Señor pronunciado.

[39] Las demás acciones de Acab, y todo cuanto hizo, y la casa de marfil que edificó, y todas las ciudades que fundó, todas estas cosas, ¿no están escritas en el Libro de los Anales de los Reyes de Israel?

[40] Pasó finalmente Acab a descansar con sus padres, y lo sucedió en el reino su hijo Ocozías.

[41] Josafat, hijo de Asa, había comenzado a reinar sobre Judá el año cuarto de Acab, rey de Israel.

[42] Treinta y cinco años tenía cuando comenzó a reinar, y reinó veinticinco en Jerusalén . Llamábase su madre Azuba, hija de Salai.

[43] Josafat siguió en todo los pasos de su padre Asa, sin desviarse jamás; haciendo lo que era recto delante del Señor.

[44] Mas no quitó los lugares altos, pues todavía el pueblo sacrificaba y ofrecía incienso a Dios en las alturas.

[45] Y el rey Josafat mantuvo la paz con el rey de Israel.

[46] Las demás cosas de Josafat, y sus hechos y batallas, ¿no está todo esto escrito en el Libro de los Anales de los Reyes de Judá?

[47] Además exterminó del país las reliquias de los afeminados, que habían quedado del tiempo de su padre Asa.

[48] No había por entonces rey establecido en Idumea.

[49] El rey Josafat había formado una flota para hacerla navegar a Ofir, y traer de allí oro; pero no pudo efectuarse, porque naufragaron las naves en Asiongaber.

[50] Entonces Ocozías, hijo de Acab, dijo a Josafat: Vaya mi gente a navegar con la tuya; pero Josafat no quiso convenir en ello.

[51] Al fin pasó a descansar Josafat con sus padres, y fue sepultado con ellos en la ciudad de su padre David; y lo sucedió en el reino su hijo Joram.

[52] Ocozías, hijo de Acab, había comenzado a reinar sobre Israel en Samaria el año décimo séptimo de Josafat, rey de Judá; y reinó sobre Israel dos años.

[53] E hizo lo malo delante del Señor, y siguió el camino de su padre y de su madre, y las huellas de Jeroboam, hijo de Nabat, el cual indujo a pecar a Israel. Sirvió también a Baal, y lo adoró, e irritó al Señor Dios de Israel, haciendo todo lo malo que había hecho su padre.

I Reyes, 22