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I Reyes, 2


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[1] Estando ya David cercano al día de su muerte, dio estas instrucciones a su hijo Salomón , diciendo:

[2] Yo voy al lugar a donde van a parar todos los mortales. Ten tú buen ánimo y pecho varonil;

[3] y observa los mandamientos del Señor Dios tuyo, siguiendo sus caminos, guardando sus ceremonias, sus preceptos, sus leyes y sus estatutos, como está escrito en la ley de Moisés, para que aciertes en todo cuanto hagas y en cuanto pongas la mira.

[4] De esta manera el Señor confirmará las palabras que me dio, diciendo: Si tus hijos procedieren bien, y anduvieren en mi presencia, siguiendo la verdad con todo su corazón y con toda su alma, ocupará siempre alguno de tu linaje el trono de Israel.

[5] Tú sabes ya cómo se ha portado conmigo Joab, hijo de Sarvia, y lo que hizo con los dos caudillos del ejército de Israel, Abner, hijo de Ner, y Amasa, hijo de Jeter, a los cuales asesinó, derramando su sangre en tiempo de paz, como se hace en la guerra, y ensangrentando el cinturón con que estaba ceñido, y el calzado que cubría sus pies.

[6] Tú, pues, obrarás conforme a tu sabiduría; y no aguardarás a que su vejez lo conduzca tranquilamente al sepulcro.

[7] Al contrario a los hijos de Berzellai, galaadita, les mostrarás tu reconocimiento, y les harás comer a tu mesa, pues salieron a recibirme y socorrerme cuando iba yo huyendo de Absalón, tu hermano.

[8] Así te queda también Semei, hijo de Gera, hijo de Jemini, natural de Bahurim, el cual vomitó contra mí horrendas maldiciones cuando yo me retiraba a los campamentos. Mas porque salió a recibirme al repasar yo el Jordán, le juré por el Señor, diciendo: No te quitaré la vida.

[9] Pero tú no permitas que quede impune su delito; sabio eres para conocer cómo lo has de tratar, y harás que acabe su vejez con muerte violenta.

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En desagravio de la majestad que ultrajó. David había perdonado las injurias hechas; pero creyó que no podía perdonar los delitos de Estado. Por eso advirtió a su hijo que cumpliese con su deber.

[10] Fue, pues, David a descansar con sus padres, y lo sepultaron en la ciudad de David.

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Que era una parte de la de Jerusalén que conquistó David a los jebuseos. Act. 2, 29; Eclo 49.

[11] El tiempo que reinó David sobre Israel fue de cuarenta años. En Hebrón reinó siete años, y treinta y tres en Jerusalén .

[12] Y sucedió Salomón en el trono a su padre David; y quedó su reino firmísimamente establecido.

[13] Mas Adonías, hijo de Haggit, fue a encontrar a Betsabé, madre de Salomón , la cual le dijo: ¿Es de paz tu venida? De paz, respondió él;

[14] y añadió: Tengo que hablar contigo. Habla, respondió ella. Y Adonías:

[15] Ya sabes, dijo, que la corona me tocaba a mí, y que todo Israel me había preferido para que fuese su rey; pero el reino ha sido transferido y puesto en poder de mi hermano; porque lo tenía destinado el Señor para él.

[16] Ahora, pues, una sola cosa te pido, no me hagas el desaire de negármela. Explícate, dijo ella.

[17] Adonías entonces dijo: Te suplico que digas al rey Salomón (ya que no puede negarte cosa alguna) que me dé por esposa a la sunamita Abisag.

[18] Bien está, contestó Betsabé; yo hablaré por ti al rey.

[19] Pasó, pues, Betsabé a ver al rey Salomón para hablarle a favor de Adonías, y se levantó el rey a recibirla, y la saludó con profunda reverencia; se sentó después en su trono; y pusieron un trono o asiento real para la madre del rey, la cual se sentó a su derecha.

[20] Y le dijo: Una gracia bien pequeña vengo a pedirte; no me hagas el desaire de negármela. Le respondió el rey: Pide, madre mía, que no es razón que yo te disguste.

[21] Dijo entonces ella: Pues dese Abisag de Sunam por esposa a Adonías, tu hermano.

[22] Respondió el rey Salomón , y dijo a su madre: ¿Por qué me pides la sunamita Abisag para Adonías? Pide también para él mi reino; pues él es mi hermano mayor, y tiene de su parte al sumo sacerdote Abiatar, y a Joab hijo de Sarvia.

[23] Por lo cual juró el rey Salomón por el Señor, diciendo: Tráteme Dios con todo el rigor de su justicia, si no es verdad que en daño de su propia vida ha entablado Adonías esta pretensión.

[24] Ahora, pues, vive Dios, que me ha establecido y colocado sobre el solio de mi padre David, y que me ha fundado casa como lo tenía prometido, que hoy ha de morir Adonías.

[25] En seguida dio sus órdenes a Banaías, hijo de Joíada, el cual le quitó la vida. Así murió Adonías.

[26] Dijo asimismo el rey a Abiatar, sumo sacerdote: Retírate a la posesión que tienes en Anatot. Tú, a la verdad, mereces la muerte, pero yo no te quito hoy la vida, por cuanto llevaste el arca del Señor Dios delante de mi padre David, y acompañaste a mi padre en todos los trabajos que padeció.

[27] Con esto Salomón desterró a Abiatar, para que no ejerciese más las funciones de sumo sacerdote del Señor; con lo cual se cumplió la palabra pronunciada por el Señor en Silo contra la casa de Helí.

[28] Llegó esto a oídos de Joab, quien había seguido el partido de Adonías, y no el de Salomón . Se refugió, pues, Joab al Tabernáculo del Señor, y se asió de la punta del altar.

[29] Le dieron cuenta al rey Salomón de que Joab se había refugiado al Tabernáculo del Señor, y de que estaba al lado del altar; y envió Salomón a Banaías, hijo de Joíada, diciendo: Anda, ve, y mátale.

[30] Fue, pues, Banaías al Tabernáculo del Señor, y dijo a Joab: El rey te manda que salgas fuera. No saldré, respondió Joab; sino que moriré aquí. Dio Banaías parte al rey, diciendo: Esto me ha dicho Joab, y esto me ha respondido.

[31] Y el rey le contestó: Hazlo como él ha dicho; mátale y dale sepultura; y con eso me lavarás a mí y a la casa de mi padre de la sangre inocente que derramó Joab.

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Joab era reo de dos homicidios voluntarios, traidor y rebelde contra su soberano. Por eso Salomón creyó que podía hacerlo matar aun en el altar.

[32] Y el Señor hará recaer su sangre sobre su cabeza, puesto que él asesinó a dos varones justos, y mejores que él, atravesando con su espada, sin que mi padre David lo supiese, a Abner, hijo de Ner, general del ejército de Israel, y a Amasa, hijo de Jeter, general del ejército de Judá.

[33] Recaiga, pues, la sangre de éstos sobre la cabeza de Joab, y sobre la cabeza de sus descendientes para siempre. Mas a David y a su descendencia, a su casa y a su trono, dé el Señor paz sempiterna.

[34] Subió, pues, Banaías, hijo de Joíada; y acometiéndole, le quitó la vida, y fue sepultado en una casa suya en el desierto.

[35] Después de esto el rey dio a Banaías, hijo de Joíada, el mando del ejército en lugar del difunto; y nombró o confirmó sumo sacerdote a Sadoc, en vez de Abiatar.

[36] Envió también el rey a llamar a Semei, y le dijo: Hazte una casa en Jerusalén y habita en ella, de donde nunca saldrás para ir a esta o a la otra parte;

[37] porque ten entendido que en cualquier día que salieres o pasares del torrente de Cedrón perderás la vida; y tu sangre recaerá sobre tu cabeza.

[38] Respondió Semei al rey: Está muy bien; como lo manda el rey, mi señor, así lo hará tu siervo. Habitó, pues, Semei largo tiempo en Jerusalén .

[39] Mas al cabo de tres años acaeció que unos esclavos de Semei se le huyeron a la jurisdicción de Aquis, hijo de Maaca, rey de Get; y fue Semei avisado de que sus esclavos se hallaban en Get.

[40] Con lo que Semei fue y aparejó su asno y marchó a verse con Aquis en Get para recobrar sus esclavos, de donde en efecto se los trajo consigo.

[41] Dieron luego parte a Salomón de que Semei había ido de Jerusalén a Get, y vuelto.

[42] Y enviando el rey a llamarle, le dijo: ¿No te juré yo por el Señor, y te previne que cualquier día que salieses para ir acá o allá, se te quitaría la vida? Y tú me respondiste: Justa es la orden que acabo de oír.

[43] ¿Cómo es, pues, que has traspasado el juramento del Señor, y el precepto que yo te puse?

[44] Y añadió el rey a Semei: Tú bien sabes y tu misma conciencia es testigo de todo el mal que hiciste a mi padre David. El Señor ha hecho caer sobre tu cabeza el castigo de tu maldad.

[45] Mas el rey Salomón será bendito, y el trono de David será estable para siempre delante del Señor.

[46] En seguida dio el rey sus órdenes a Banaías, hijo de Joíada, el cual saliendo afuera lo hirió, y le dejó muerto.

I Reyes, 2