Tobías, 4
[1] Pensando, pues, Tobías que Dios habría oído la oración que le había hecho para que lo sacase de este mundo, llamó cerca de sí a su hijo Tobías, •
[2] y le dijo: Escucha, hijo mío, las palabras de mi boca, y asiéntalas en tu corazón, como por cimiento.
[3] Luego que Dios recibiere mi alma, entierra mi cuerpo; y honrarás a tu madre todos los días de su vida; •
[4] porque debes tener presente lo que padeció, y a cuántos peligros se expuso por ti, llevándote en su vientre. •
[5] Y cuando ella haya también terminado la carrera de su vida, la enterrarás junto a mí. •
[6] Tú ten a Dios en tu mente todos los días de tu vida; y guárdate de consentir jamás en pecado, y de quebrantar los mandamientos del Señor Dios nuestro.
[7] Haz limosna de aquello que tengas, y no vuelvas tus espaldas a ningún pobre; que así conseguirás que tampoco el Señor aparte de ti su rostro. •
[8] Sé caritativo según tu posibilidad. •
[9] Si tuvieres mucho, da con abundancia; si poco, procura dar de buena gana aun de este poco que tuvieres; •
[10] pues con esto te atesoras una gran recompensa para el día del apuro.
[11] Por cuanto la limosna libra de todo pecado y de la muerte eterna, y no dejará caer el alma en las tinieblas del infierno; •
[12] sino que será la limosna motivo de gran confianza delante del Soberano Dios para todos los que la hicieren. •
[13] Guárdate, hijo mío, de toda fornicación o impureza, y fuera de tu mujer nunca cometas el delito de conocer otra. •
[14] No permitas jamás que la soberbia domine tu corazón o tus palabras; porque de ella tomó principio toda especie de perdición. •
[15] A cualquiera que haya trabajado algo por ti, dale luego su jornal, y por ningún caso retengas en tu poder el salario de tu jornalero. •
[16] Guárdate de hacer jamás a otro lo que no quisieras que otro te hiciese a ti. •
[17] Come tu pan partiéndolo con los hambrientos y menesterosos, y con tus vestidos cubre a los desnudos. •
[18] Pon tu pan y tu vino sobre la sepultura del justo, y no comas ni bebas de ello con los pecadores. •
No se trata de prácticas funerarias, sino de compartir y ayudar con los familiares de los difuntos.
[19] Pide siempre consejo al hombre sabio.
[20] Alaba al Señor en todo tiempo; y pídele que dirija tus pasos, y que estén fundadas en él todas tus deliberaciones. •
[21] Te hago saber también, hijo mío, cómo presté, siendo tú aún niño, diez talentos de plata a Gabelo, residente en Ragés, ciudad de los medos, y conservo en mi poder el recibo firmado de su mano. •
[22] Por tanto procura buscar modo cómo vayas allá, y recobres de él esa cantidad de dinero, devolviéndole su recibo.
[23] No temas, hijo mío, no te aflijas; es verdad que pasamos una vida pobre, pero tendremos muchos bienes, si temiéremos a Dios, y huyéremos de todo pecado, y obráremos bien. •