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Mateo, 24


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[1] Salió Jesús del templo e iba ya andando cuando se acercaron a él sus discípulos, a fin de mostrarle la construcción.

[2] Pero él les dijo: ¿Veis toda esa construcción? Pues yo os digo de cierto que no quedará de ella piedra sobre piedra.

[3] Y estando despúes sentado en el monte de los Olivos se acercaron algunos de los discípulos y le preguntaron en secreto: Dinos ¿cuándo sucederá eso? ¿Y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo?

[4] A lo que Jesús les respondió: Mirad que nadie os engañe:

[5] Porque muchos han de venir en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo , o Mesías, y seducirán a mucha gente.

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Los judíos creían que el Mesías o Enviado de Dios los libraría de la dominación extranjera.

[6] Oiréis asimismo noticias de batallas y rumores de guerra; no hay que turbaros por eso, que si bien han de preceder estas cosas, no es todavía esto el término.

[7] Es verdad que se armará nación contra nación, y un reino contra otro reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en varios lugares.

[8] Pero todo esto aún no es más que el principio de los males.

[9] En aquel tiempo seréis entregados para ser puestos en los tormentos y os darán la muerte, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre, por ser discípulos míos;

[10] con lo que muchos padecerán entonces escándalo y se harán traición unos a otros, y se odiarán recíprocamente;

[11] y aparecerá un gran número de falsos profetas que pervertirán a mucha gente.

[12] y por la inundación de los vicios, se enfriará la caridad de muchos.

[13] Mas el que perseverare hasta el fin, ése se salvará.

[14] Entretanto se predicará esta buena noticia del reino de Dios en todo el mundo, en testimonio para todas las naciones, y entonces vendrá el fin.

[15] Según esto, cuando veáis que está establecida en el lugar santo la abominación desoladora que predijo el profeta Daniel (quien lea esto, nótelo bien),

[16] en aquel trance los que moran en Judea huyan a los montes;

[17] y el que está en el terrado no baje o entre a sacar cosa de su casa;

[18] y el que se halle en el campo, no vuelva a coger su túnica o ropa.

[19] Pero ¡ay de las que estén en cinta o criando, y no puedan huir a prisa en aquellos días!

[20] Rogad, pues, a Dios que vuestra huida no sea en invierno o en sábado.

[21] Porque será tan terrible la tribulación entonces, como no la hubo semejante desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá jamás.

[22] Y a no acortarse aquellos días, ninguno se salvaría; mas se abreviarán por amor de los escogidos.

[23] En tal tiempo, si alguno os dice: El Cristo o Mesías está aquí o allí, no le creáis.

[24] Porque aparecerán falsos Cristos y falsos profetas, y harán alarde de grandes maravillas y prodigios, de manera que aun los escogidos, si posible fuera, caerían en error:

[25] ya veis que os lo he predicho.

[26] Así, aunque os digan: He aquí al Mesías que está en el desierto, no vayáis allá; o bien: Mirad que está en la parte más interior de la casa, no lo creáis.

[27] Porque como el relámpago sale del oriente y se deja ver en un instante hasta el occidente, así será el advenimiento del Hijo del hombre.

[28] Y dondequiera que se hallare el cuerpo, allí se juntarán las águilas.

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Proverbio que denotaba una desolación repentina.

[29] Pero después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna no alumbrará, y las estrellas caerán del cielo, y las virtudes o los ángeles del cielo temblarán.

[30] Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre, a cuya vista todos los pueblos de la tierra prorrumpirán en llantos; y verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes resplandecientes del cielo con gran poder y majestad;

[31] el cual enviará sus ángeles, que a voz de trompeta sonora congregarán a sus escogidos de las cuatro partes del mundo, desde un horizonte del cielo hasta el otro.

[32] Tomad esta comparación sacada del árbol de la higuera: cuando sus ramas están ya tiernas, y brotan las hojas, conocéis que el verano está cerca.

[33] Pues así también, cuando vosotros viereis todas estas cosas, tened por cierto que ya el Hijo del hombre está para llegar, que está ya a la puerta.

[34] Lo que os aseguro es que no se acabará esta generación hasta que se cumpla todo esto.

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La destrucción de Jerusalén es una figura del fin del mundo.

[35] El cielo y la tierra pasarán; pero mis palabras no pasarán.

[36] Mas en orden al día y a la hora, nadie lo sabe, ni aun los ángeles del cielo, sino sólo mi Padre.

[37] Lo que sucedió en los días de Noé , eso mismo sucederá en la venida del Hijo del hombre.

[38] Porque así como en los días anteriores al diluvio proseguían los hombres comiendo y bebiendo, casándose y casando a sus hijos, hasta el día mismo de la entrada de Noé en el arca ;

[39] y no pensaron jamás en el diluvio, hasta que le vieron comenzado, y los arrebató a todos, así sucederá en la venida del Hijo del hombre.

[40] Entonces, de dos hombres que se hallarán juntos en el campo, uno será tomado o libertado, y el otro dejado o abandonado.

[41] Estarán dos mujeres moliendo en un molino, y la una será tomada y se salvará, y la otra dejada y perecerá.

[42] Velad, pues, vosotros, ya que no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor.

[43] Estad ciertos que si un padre de familia supiera a qué hora le había de asaltar el ladrón, estaría seguramente en vela y no dejaría robar su casa.

[44] Pues así mismo estad vosotros igualmente apercibidos, porque a la hora que menos penséis ha de venir el Hijo del hombre.

[45] ¿ Quién pensáis que es el siervo fiel y prudente constituido por su Señor mayordomo sobre su familia para repartir a cada uno el alimento a su tiempo?

[46] Bienaventurado el siervo, a quien cuando venga su Señor le hallare cumpliendo así con su obligación.

[47] En verdad os digo que le encomendará el gobierno de toda su hacienda.

[48] Pero si este siervo fuere malo, y dijere en su corazón: Mi amo no viene tan presto;

[49] y con esto empezare a maltratar a los otros siervos, y a comer y a beber con los borrachos:

[50] vendrá el amo del siervo el día que no espera, y a la hora que menos piensa,

[51] le echará y le dará la pena que a los hipócritas o siervos infieles; allí será el llorar y el crujir de dientes.

Mateo, 24