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Mateo, 18


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[1] En esta misma ocasión se acercaron los discípulos de Jesús , y le hicieron esta pregunta: ¿Quién será el mayor en el reino de los cielos?

[2] Y Jesús , llamando a sí a un niño, le colocó en medio de ellos.

[3] Y dijo: En verdad os digo que si no os convertís y hacéis sencillos como a los niños, no entraréis en el reino de los cielos.

[4] Cualquiera, pues, que se humillare como este niño, ése será el mayor en el reino de los cielos.

[5] Y el que acogiere a un niño como acabo de decir, en nombre mío, a mí me acoge.

[6] Mas quien escandalizare a uno de estos párvulos que creen en mí, mejor le sería que le colgasen del cuello una de esas piedras de molino que mueve un asno, y así fuese sumergido en el profundo del mar.

[7] ¡Ay del mundo por razón de los escándalos!, porque si bien es forzoso, que haya escándalos; sin embargo, ¡ay de aquel hombre que causa el escándalo!

[8] Que si tu mano o tu pie te es ocasión de escándalo o pecado, córtalos y arrójalos lejos de ti; pues más te vale entrar en la vida eterna manco o cojo, que con dos manos o dos pies ser precipitado al fuego eterno.

[9] Y si tu ojo es para ti ocasión de escándalo, sácalo y tíralo lejos de ti; mejor te es entrar en la vida eterna con un solo ojo, que tener dos ojos y ser arrojado al fuego del infierno.

[10] Mirad que no despreciéis a alguno de estos pequeñitos; porque os hago saber que sus ángeles en los cielos están siempre viendo la cara de mi Padre celestial.

[11] Y además el Hijo del hombre ha venido a salvar lo que se había perdido.

[12] Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se hubiere descarriado, ¿qué os parece que hará entonces? ¿No dejará las noventa y nueve en los montes y se irá en busca de la que se ha descarriado?

[13] Y si por dicha la encuentra, en verdad os digo que ella sola le causa mayor complacencia que las noventa y nueve que no se le han perdido.

[14] Así que no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, el que perezca uno solo de estos pequeñitos.

[15] Que si tu hermano pecare contra ti, o cayere en alguna culpa, ve y corrígele estando a solas con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano.

[16] Si no hiciere caso de ti, todavía válete de una o dos personas, a fin de que todo sea confirmado con la autoridad de dos o tres testigos.

[17] Y si no los escuchare, díselo a la comunidad; pero si ni a la misma comunidad oyere, tenlo por gentil y publicano.

[18] Os empeño mi palabra, que todo lo que atareis sobre la tierra, será eso mismo atado en el cielo; y todo lo que desatareis sobre la tierra, será eso mismo desatado en el cielo.

[19] Os digo más: Que si dos de vosotros se unieren entre sí sobre la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, les será otorgado por mi Padre que está en los cielos.

[20] Porque donde dos o tres se hallan congregados en mi nombre, allí me hallo yo en medio de ellos.

[21] En esta sazón, arrimándosele Pedro, le dijo: Señor, ¿cuántas veces deberé perdonar a mi hermano cuando pecare contra mí?, ¿hasta siete veces?

[22] Le respondió Jesús : No te digo yo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete, o cuantas te ofendiere.

[23] Por esto el reino de los cielos viene a ser semejante a un rey que quiso tomar cuentas a sus criados.

[24] Y habiendo empezado a tomarlas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos.

[25] Y como éste no tuviera con qué pagar, mandó su señor que fuesen vendidos él y su mujer y sus hijos con toda su hacienda, y se pagase así la deuda.

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Esta era la costumbre de los judíos. 2Rs. 4, 4.

[26] Entonces el criado, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten un poco de paciencia, que yo te lo pagaré todo.

[27] Movido el señor a compasión de aquel criado, le dio por libre, y aun le perdonó la deuda.

[28] Mas apenas salió este criado de su presencia, encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios, y agarrándole por la garganta le ahogaba, diciéndole: Paga lo que me debes.

[29] El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: Ten un poco de paciencia conmigo, que yo te lo pagaré todo.

[30] El no quiso escucharle, sino que fue y le hizo meter en la cárcel hasta que le pagare lo que le debía.

[31] Al ver los otros criados sus compañeros lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido.

[32] Entonces le llamó su señor y le dijo: ¡Oh criado inicuo!, yo te perdoné toda la deuda porque me lo suplicaste.

[33] ¿No era, pues, justo que tú también tuvieses compasión de tu compañero, como yo la tuve de ti?

[34] E irritado el señor, le entregó en manos de los verdugos, para ser atormentado hasta cuando satisfaciera la deuda toda por entero.

[35] Así de esta manera se portará mi Padre celestial con vosotros, si cada uno no perdonare de corazón a su hermano.

Mateo, 18