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Mateo, 13


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[1] Aquel día, saliendo Jesús de casa, fue y se sentó a la orilla del mar.

[2] Y se juntó a su alrededor un concurso tan grande de gente, que le fue preciso entrar en una barca, y tomar asiento en ella; y todo el pueblo estaba en la ribera;

[3] al cual habló de muchas cosas por medio de parábolas, diciendo: Salió una vez cierto sembrador a sembrar;

[4] y al esparcir los granos, algunos cayeron cerca del camino; y vinieron las aves del cielo y se los comieron.

[5] Otros cayeron en pedregales, donde había poca tierra, y luego brotaron, por estar muy someros en la tierra,

[6] mas nacido el sol se quemaron y se secaron, porque casi no tenían raíces.

[7] Otros granos cayeron entre espinas, y crecieron las espinas y los sofocaron.

[8] Otros, en fin, cayeron en buena tierra, y dieron fruto, donde ciento por uno, donde sesenta, y donde treinta.

[9] Quien tenga oídos para entender, entienda.

[10] Acercándose después sus discípulos, le preguntaban: ¿Por qué les hablas por parábolas?

[11] El cual les respondió: Porque a vosotros se os ha dado el privilegio de conocer los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no se les ha dado;

[12] siendo cierto que al que tiene lo que debe tener, se le dará aun más, y estará sobrado; mas al que no tiene lo que debe tener, le quitarán aun lo que tiene.

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A los ingratos a la gracia o beneficio de Dios se les quitará en castigo aun lo que han recibido. Lc. 8, 18.

[13] Por eso les hablo con parábolas; porque ellos viendo no miran; y oyendo no escuchan ni entienden;

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Si les propusiera la verdad desnuda la despreciarían, por eso les hablo en parábolas; pero ni aun hacen caso de mi doctrina.

[14] con que viene a cumplirse en ellos la profecía de Isaías que dice: Oiréis con vuestros oídos, y no entenderéis; y por más que miréis con vuestros ojos, no veréis.

[15] Porque ha endurecido este pueblo su corazón, y ha cerrado sus oídos, y tapado sus ojos a fin de no ver con ellos, ni oír con los oídos, ni comprender con el corazón, por miedo de que, convirtiéndose, yo le dé la salud.

[16] Dichosos vuestros ojos porque ven, y dichosos vuestros oídos porque oyen.

[17] Pues en verdad os digo que muchos profetas y justos ansiaron ver lo que vosotros estáis viendo, y no lo vieron, y oír lo que oís, y no lo oyeron.

[18] Escuchad ahora la parábola del sembrador.

[19] Cualquiera que oye la palabra del reino de Dios y no para en ella su atención, viene el mal espíritu y le arrebata aquello que se había sembrado en su corazón; éste es el sembrado junto al camino.

[20] El sembrado en tierra pedregosa es aquel que oye la palabra de Dios y por el momento la recibe con gozo;

[21] mas no tiene interiormente raíz, sino que dura poco; y sobreviniendo la tribulación y persecución por causa de la palabra, luego le sirve ésta de escándalo.

[22] El sembrado entre espinas es el que oye la palabra de Dios, mas los cuidados de este siglo y el embeleso de las riquezas lo sofocan y queda infructuosa.

[23] Al contrario, el sembrado en buena tierra es el que oye la palabra de Dios y la medita, y produce fruto, parte ciento por uno, parte sesenta, y parte treinta.

[24] Otra parábola les propuso, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena simiente en su campo.

[25] Pero al tiempo de dormir los hombres, vino cierto enemigo suyo y sembró cizaña en medio del trigo, y se fue.

[26] Estando ya el trigo en hierba y apuntando la espiga, se descubrió asimismo la cizaña.

[27] Entonces los criados del padre de familia acudieron a él, y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena simiente en tu campo?; pues ¿cómo tiene cizaña?

[28] Les respondió: Algún enemigo mío la habrá sembrado. Replicaron los criados: ¿Quieres que vayamos a cogerla?

[29] A lo que respondió: No, porque no suceda que, arrancando la cizaña, arranquéis con ella el trigo.

[30] Dejad crecer una y otro hasta la siega, que al tiempo de la siega, yo diré a los segadores: coged primero la cizaña, y haced gavillas de ella para el fuego, y meted después el trigo en mi granero.

[31] Les propuso otra parábola diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza que tomó en su mano un hombre, y lo sembró en su campo.

[32] El cual es a la vista menudísimo entre todas las semillas; mas creciendo viene a ser mayor que todas las legumbres, y se hace árbol; de forma que las aves del cielo bajan y se posan en sus ramas.

[33] Y añadió esta otra parábola: El reino de los cielos es semejante a la levadura, que cogió una mujer y la mezcló con tres satos o celemines de harina, hasta que toda la masa quedó fermentada.

[34] Todas estas cosas dijo Jesús al pueblo por parábolas, sin las cuales no solía predicarles;

[35] cumpliéndose lo que había dicho el profeta: Abriré mi boca para hablar con parábolas; publicaré cosas misteriosas que han estado ocultas desde la creación del mundo.

[36] Entonces Jesús , despedido el auditorio, volvió a casa, y rodeándole sus discípulos le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña sembrada en el campo.

[37] El cual les respondió: El que siembra la buena simiente es el Hijo del hombre;

[38] el campo es el mundo; la buena simiente son los hijos del reino; la cizaña son los hijos del espíritu maligno.

[39] El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del mundo; los segadores son los ángeles.

[40] Y así como se recoge la cizaña y se quema en el fuego, así sucederá al fin del mundo:

[41] Enviará el Hijo del hombre a sus ángeles, y quitarán de su reino a todos los escandalosos y a cuantos obran la maldad;

[42] y los arrojarán en el horno del fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes.

[43] Al mismo tiempo los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para entenderlo, entiéndalo.

[44] Es también semejante el reino de los cielos a un tesoro escondido en el campo, que si lo halla un hombre lo encubre de nuevo, y gozoso del hallazgo va y vende todo cuanto tiene y compra aquel campo.

[45] El reino de los cielos es asimismo semejante a un mercader que trata en perlas finas.

[46] Y viniéndole a las manos una de gran valor, va y vende todo cuanto tiene, y la compra.

[47] También es semejante el reino de los cielos a una red, que echada en el mar allega todo género de peces ;

[48] la cual estando llena, la sacan los pescadores, y sentados en la orilla van escogiendo los buenos y los meten en sus cestos, y arrojan los de mala calidad.

[49] Así sucederá al fin del siglo: Saldrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos;

[50] y los arrojarán en el horno del fuego. Allí será el llanto y el crujir de dientes.

[51] ¿Habéis entendido bien todas estas cosas? Sí, Señor, le respondieron.

[52] Y él añadió: Por eso todo doctor bien instruido en lo que mira al reino de los cielos es semejante a un padre de familia que va sacando de su repuesto cosas nuevas y cosas antiguas, según conviene.

[53] Cuando concluyó Jesús estas parábolas, partió de allí.

[54] Y pasando a su patria, se puso a enseñar en las sinagogas de sus naturales; de tal manera que no cesaban de maravillarse, y se decían: ¿De dónde le ha venido a éste tal sabiduría y tales milagros?

[55] Por ventura, ¿no es el hijo del artesano, o carpintero? ¿Su madre no es la que se llama María? ¿No son sus primos hermanos Santiago, José, Simón y Judas?

[56] Y sus primas hermanas, ¿no viven todas entre nosotros? Pues, ¿de dónde le vendrán a éste todas esas cosas?

[57] Y estaban como escandalizados de él. Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su patria y en la propia casa.

[58] En consecuencia, hizo aquí muy pocos milagros a causa de su incredulidad.

Mateo, 13