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Marcos, 14


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[1] Dos días después era la Pascua , cuando comienzan los ázimos: y los príncipes de los sacerdotes y los escribas andaban trazando como prender a Jesús con engaño y quitarle la vida.

[2] Mas no será, decían, en la fiesta, para que no se amotine el pueblo.

[3] Hallándose Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, estando a la mesa, entró su mujer con un vaso de alabastro lleno de ungüento o perfume hecho de la espiga del nardo, de mucho precio, y quebrando el vaso, derramó el bálsamo sobre la cabeza de Jesús .

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Seis días antes. Jn. 12, 1.

[4] Algunos de los presentes irritados interiormente, decían: ¿A qué fin desperdiciar ese perfume,

[5] siendo así que se podía vender en más de trescientos denarios, y dar el dinero a los pobres? Con este motivo bramaban contra ella.

[6] Mas Jesús les dijo: Dejadla, ¿por qué la molestáis? La obra que ha hecho conmigo es buena,

[7] pues a los pobres los tenéis siempre con vosotros, y podéis hacerles bien cuando quisiereis; mas a mí no me tendréis siempre.

[8] Ella ha hecho cuanto estaba en su mano; se ha anticipado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura.

[9] En verdad os digo que doquiera que se predicare este mensaje de salvación por todo el mundo, se contará también en memoria o alabanza de esta mujer lo que acaba de hacer.

[10] Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, salió a verse con los sumos sacerdotes, para entregarles a Jesús .

[11] Los cuales cuando le oyeron, se holgaron mucho, y prometieron darle dinero. Y él ya no buscaba sino ocasión oportuna para entregarle.

[12] El primer día, pues, de los ázimos en que sacrificaban el cordero pascual, le dijeron los discípulos: ¿A dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de la Pascua ?

[13] Y Jesús envió a dos de ellos, diciéndoles: Id a la ciudad, y encontraréis a un hombre que lleva un cántaro de agua, seguidle.

[14] Y en dondequiera que entrare, decid al amo de la casa, que el Maestro os envía a decir: ¿Dónde está la sala en que he de celebrar la cena de la Pascua con mis discípulos?

[15] Y él os mostrará una pieza de comer grande, bien arreglada; preparadnos allí lo necesario.

[16] Fueron, pues, los discípulos, y llegando a la ciudad, hallaron todo lo que les había dicho, y dispusieron las cosas para la Pascua .

[17] Puesto ya el sol, fue Jesús allá con los doce.

[18] Y estando a la mesa, y comiendo, dijo Jesús : En verdad os digo, que uno de vosotros, que come conmigo, me hará traición.

[19] Comenzaron entonces ellos a entristecerse y a decirle uno después de otro: ¿Seré yo acaso?

[20] El les respondió: Es uno de los doce, uno que mete conmigo la mano o moja en un mismo plato.

[21] Verdad es que el Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay de aquel hombre, por quien el Hijo del hombre será entregado! Mejor sería para tal hombre no haber nacido.

[22] Durante la cena, tomó Jesús pan, y bendiciéndolo lo partió, y se los dio, y les dijo: Tomad, éste es mi cuerpo.

[23] Y cogiendo el cáliz, dando gracias se lo alargó; y bebieron todos de él.

[24] Y les dijo: Esta es la sangre mía de la nueva alianza, la cual será derramada por muchos.

[25] En verdad os digo, que de hoy más no beberá de este fruto de la vid, hasta el día en que lo beba nuevo en el reino de Dios.

[26] Y dicho el himno de acción de gracias, salieron hacia el monte de los Olivos.

[27] Antes de partir les dijo aún Jesús : Todos os escandalizaréis por ocasión de mí esta noche, según está escrito: Heriré al pastor, y se descarriarán las ovejas.

[28] Pero resucitando me pondré a vuestro frente en Galilea.

[29] Pedro le dijo entonces: Aun cuando fueres para todos los demás un objeto de escándalo, no lo serás para mí.

[30] Jesús le replicó: En verdad te digo, que tú, hoy mismo esta noche, antes de la segunda vez que cante el gallo, tres veces me negarás.

[31] El no obstante se afirmaba más y más en lo dicho, añadiendo: Aunque me sea forzoso morir contigo, yo no te negaré. Y lo mismo decían todos los demás.

[32] En esto llegan a la granja llamada Getsemaní. Y dice a sus discípulos: Sentaos aquí mientras yo hago oración.

[33] Y llevándose consigo a Pedro, y a Santiago, y a Juan, comenzó a atemorizarse y angustiarse.

[34] Y les dijo: Mi alma siente angustias de muerte; aguardad aquí y estad en vela.

[35] Y apartándose un poco adelante, se postró en tierra; y suplicaba que, si se pudiese, se alejase de él aquella hora:

[36] ¡Oh Padre, Padre!, decía, todas las cosas te son posibles, aparta de mí este cáliz. Mas no sea lo que yo quiero, sino lo que tú.

[37] Viene después a los tres, y los halló dormidos. Y dice a Pedro: ¿Simón, tú duermes?, ¿aun no has podido velar una hora?

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No le llama Pedro, nombre que denota firmeza, sino Simón.

[38] Velad, y orad para que no caigáis en la tentación. El espíritu a la verdad está pronto, pero la carne es flaca.

[39] Se fue otra vez a orar, repitiendo las mismas palabras.

[40] Y habiendo vuelto, los encontró de nuevo dormidos (porque sus ojos estaban cargados de sueño) y no sabían qué responderle.

[41] Al fin vino tercera vez, y les dijo: Ea, dormid y reposad... Pero basta ya, la hora es llegada. Y ved aquí que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores.

[42] Levantaos de aquí, y vamos, que ya el traidor está cerca.

[43] Estando todavía hablando, llega Judas Iscariote, uno de los doce, acompañado de mucha gente, con espadas y con garrotes, enviada por los príncipes de los sacerdotes, por los escribas y por los ancianos.

[44] El traidor les había dado una seña, diciendo: A quien yo besare, él es, prendedlo y conducidlo con cautela.

[45] Así al punto que llegó, arrimándose a Jesús , le dijo: Maestro mío, Dios te guarde. Y lo besó.

[46] Ellos entonces le echaron las manos, y le aseguraron.

[47] Entretanto uno de los presentes (Pedro) desenvainando la espada, hirió a un criado del sumo sacerdote, y le cortó una oreja.

[48] Jesús , tomando la palabra, les dijo: ¿Como si yo fuese algún ladrón, habéis salido a prenderme con espadas y con garrotes?

[49] Todos los días estaba entre vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis. Pero es necesario que se cumplan las Escrituras.

[50] Entonces sus discípulos, abandonándolo, huyeron todos.

[51] Pero cierto mancebo lo iba siguiendo envuelto solamente en una sábana o lienzo sobre sus carnes, y los soldados lo cogieron.

[52] Mas él soltando la sábana, desnudo se escapó de ellos.

[53] Jesús fue conducido a casa del sumo sacerdote, donde se juntaron todos los sacerdotes, y los escribas, y los ancianos.

[54] Pedro como quiera le fue siguiendo a lo lejos, hasta dentro del palacio del sumo sacerdote, donde se sentó al fuego con los criados, y estaba calentándose.

[55] Mientras tanto los príncipes de los sacerdotes, con todo el concilio, andaban buscando contra Jesús algún testimonio, para condenarle a muerte, y no lo hallaban.

[56] Porque dado que muchos atestiguaban falsamente contra él, los tales testimonios no estaban acordes, ni eran suficientes para condenarlo a muerte.

[57] Comparecieron algunos que alegaron contra él este falso testimonio:

[58] Nosotros le oímos decir: Yo destruiré este templo hecho de mano de los hombres, y en tres días construiré otro sin obra de mano alguna.

[59] Pero tampoco en este testimonio estaban acordes.

[60] Entonces el sumo sacerdote levantándose en medio del congreso, interrogó a Jesús , diciéndole; ¿No respondes nada a los cargos que te hacen éstos?

[61] Jesús callaba, y nada respondió. Lo interrogó el sumo sacerdote nuevamente, y le dijo: ¿Eres tú el Cristo , o Mesías, el Hijo de Dios bendito?

[62] A esto le respondió Jesús : Yo soy; y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra de la majestad de Dios, y venir sobre las nubes del cielo.

[63] Al punto, el sumo sacerdote, rasgando sus vestiduras, dijo: ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos?

[64] Vosotros mismos habéis oído la blasfemia, ¿qué os parece? Y todos ellos lo condenaron por reo de muerte.

[65] Y luego empezaron algunos a escupirle, y tapándole la cara, le daban golpes, diciéndole: Profetiza, o adivina quién te ha dado; y los guardianes del templo le daban bofetadas.

[66] Entretando, hallándose Pedro abajo en el patio, vino una de las criadas del sumo sacerdote;

[67] y viendo a Pedro que se estaba calentando, clavados en él los ojos, le dijo: Tú también andabas con Jesús Nazareno.

[68] Mas él lo negó, diciendo: Ni le conozco, ni sé lo que dices. Y saliéndose fuera del zaguán, cantó el gallo.

[69] Reparando de nuevo en él la criada, empezó a decir a los presentes: Sin duda éste es de aquéllos.

[70] Mas él lo negó segunda vez. Un poquito después, los que estaban allí decían nuevamente a Pedro: Seguramente tú eres de ellos, pues eres también galileo.

[71] Aquí comenzó a echarse maldiciones, y a asegurar con juramento: Yo no conozco a ese hombre de que habláis.

[72] Y al instante cantó el gallo la segunda vez. Con lo que se acordó Pedro de la palabra que Jesús le había dicho: Antes de cantar el gallo por segunda vez, tres veces me habrás ya negado. Y comenzó a llorar.

Marcos, 14