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Juan, 11


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[1] Estaba enfermo por este tiempo un hombre llamado Lázaro, vecino de Betania, patria de María y de Marta sus hermanas.

[2] (Esta María es aquella misma que derramó sobre el Señor el perfume, y le limpió los pies con sus cabellos; de la cual era hermano el Lázaro que estaba enfermo).

[3] Las hermanas, pues, enviaron a decirle: Señor, mira que aquel a quien amas está enfermo.

[4] Oyendo Jesús el mensaje, les dijo: Esta enfermedad no es mortal, sino que está ordenada para gloria de Dios, con la mira de que por ella el Hijo de Dios sea glorificado.

[5] Jesús tenía particular afecto a Marta y a su hermana María y a Lázaro.

[6] Cuando oyó que éste estaba enfermo, se quedó aún dos días más en el mismo lugar.

[7] Después de pasados éstos, dijo a sus discípulos: Vamos otra vez a la Judea.

[8] Le dijeron sus discípulos: Maestro, hace poco que los judíos querían apedrearte, y ¿quieres volver allá?

[9] Jesús les respondió: Pues, ¿no son doce las horas del día? El que anda de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo;

[10] al contrario, quien anda de noche, tropieza, porque no tiene luz.

[11] Así dijo, y les añadió después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas yo voy a despertarle del sueño.

[12] A lo que dijeron sus discípulos: Señor, si duerme, sanará.

[13] Mas Jesús había hablado del sueño de la muerte; y ellos pensaban que hablaba del sueño natural.

[14] Entonces les dijo Jesús claramente: Lázaro ha muerto;

[15] y me alegro por vosotros de no haberme hallado allí, a fin de que creáis. Pero vamos a él.

[16] Entonces Tomás, por otro nombre Dídimo, dijo a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, y muramos con él.

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Dídimoo Gemelo.

[17] Llegó, pues, Jesús y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba sepultado.

[18] (Distaba Betania de Jerusalén como unos quince estadios).

[19] Y habían ido muchos de los judíos a consolar a Marta y a María por la muerte de su hermano.

[20] Marta, luego que oyó que Jesús venía, le salió a recibir; y María se quedó en casa.

[21] Dijo, pues, Marta a Jesús : Señor, si hubieses estado aquí, no hubiera muerto mi hermano.

[22] Aunque estoy persuadida de que ahora mismo te concederá Dios cualquiera cosa que le pidieres.

[23] Le dijo Jesús : Tu hermano resucitará.

[24] Le respondió Marta: Bien sé que resucitará en la resurrección universal, que será el último día.

[25] Le dijo Jesús : Yo soy la resurrección y la vida: Quien cree en mí, aunque hubiere muerto, vivirá;

[26] y todo aquel que vive y cree en mí no morirá para siempre; ¿crees tú esto?

[27] Le respondió: ¡Oh Señor!, sí que lo creo, y que tú eres el Cristo , el Hijo de Dios vivo, que has venido a este mundo.

[28] Dicho esto, se fue, y llamó secretamente a María, su hermana, diciéndole: Está aquí el Maestro y te llama.

[29] Apenas ella oyó esto, se levantó apresuradamente, y fue a encontrarle.

[30] Porque Jesús no había entrado todavía en la aldea, sino que aún estaba en aquel mismo sitio en que Marta le había salido a recibir.

[31] Por eso los judíos que estaban con María, en la casa, y la consolaban, viéndola levantarse de repente, y salir fuera, la siguieron diciendo: Esta va sin duda al sepulcro para llorar allí.

[32] María, pues, habiendo llegado a donde estaba Jesús , viéndole, se postró a sus pies, y le dijo: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.

[33] Jesús al verla llorar, y llorar también los judíos que habían venido con ella, se estremeció en su alma, y se conturbó a sí mismo,

[34] y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Ven, Señor, le dijeron, y lo verás.

[35] Entonces a Jesús se le arrasaron los ojos en lágrimas.

[36] En vista de lo cual dijeron los judíos: Mirad cómo le amaba.

[37] Mas algunos de ellos dijeron: Pues éste, que abrió los ojos a un ciego de nacimiento , ¿no podía hacer que Lázaro no muriese?

[38] Finalmente, prorrumpiendo Jesús en nuevos sollozos, vino al sepulcro, que era una gruta cerrada con una gran piedra.

[39] Dijo Jesús : Quitad la piedra. Marta, hermana del difunto, le respondió: Señor, mira que ya hiede, pues hace ya cuatro días que está ahí.

[40] Le dijo Jesús : ¿No te he dicho que si creyeres, verás la gloria de Dios?

[41] Quitaron, pues, la piedra; y Jesús levantando los ojos al cielo, dijo: ¡Oh Padre!, gracias te doy porque me has oído:

[42] bien es verdad que yo sabía que siempre me oyes; mas lo he dicho por este pueblo que está alrededor de mí, con el fin de que crean que tú eres el que me has enviado.

[43] Dicho esto, gritó con voz muy alta y sonora: Lázaro, sal afuera.

[44] Y al instante el que había muerto salió fuera, ligado de pies y manos con fajas y tapado el rostro con un sudario. Les dijo Jesús : Desatadle, y dejadle ir.

[45] Con eso muchos de los judíos que habían venido a visitar a María y a Marta, y vieron lo que Jesús hizo, creyeron en él.

[46] Mas algunos de ellos se fueron a los fariseos, y les contaron las cosas que Jesús había hecho.

[47] Entonces los sumos sacerdotes y fariseos, juntaron consejo, y dijeron: ¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos milagros.

[48] Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y arruinarán nuestra ciudad y la nación.

[49] En esto uno de ellos llamado Caifás, que era el sumo sacerdote de aquel año, les dijo: Vosotros no entendéis nada en esto,

[50] ni reflexionáis que os conviene el que muera un solo hombre por el bien del pueblo, y no perezca toda la nación.

[51] Mas esto no lo dijo por iniciativa propia; sino que, como era el sumo sacerdote aquel año, sirvió de instrumento a Dios, y profetizó que Jesús había de morir por la nación,

[52] y no solamente por la nación judaica, sino también para congregar en un cuerpo a los hijos de Dios, que estaban dispersos.

[53] Y así desde aquel día no pensaban sino en hallar medio de hacerle morir.

[54] Por lo que Jesús ya no se dejaba ver en público entre los judíos, antes bien se retiró a un territorio vecino al desierto, en la ciudad llamada Efrén, donde moraba con sus discípulos.

[55] Y como estaba próxima la Pascua de los judíos, muchos de la región subieron a Jerusalén antes de la Pascua , para purificarse.

[56] Los cuales iban en busca de Jesús y se decían en el templo unos a otros: ¿Qué será que aún no ha venido a la fiesta?

[57] Pero los sacerdotes y fariseos tenían ya dada orden de que, si alguno supiese dónde Jesús estaba, le denunciase para hacerle prender.

Juan, 11