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Juan, 10


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[1] En verdad, en verdad os digo, prosiguió Jesús , que quien no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que sube por otra parte, es un ladrón y salteador.

[2] Mas el que entra por la puerta, pastor es de las ovejas.

[3] A éste el portero le abre, y las ovejas escuchan su voz, y él llama por su nombre a las ovejas, y las saca fuera al pasto.

[4] Y cuando ha hecho salir sus ovejas, va delante de ellas y las ovejas le siguen, porque conocen su voz.

[5] Mas a un extraño no lo siguen, sino que huyen de él; porque no conocen la voz de los extraños.

[6] Esta comparación les puso Jesús ; pero no entendieron lo que les decía.

[7] Por eso Jesús les dijo por segunda vez: En verdad, en verdad os digo, que yo soy la puerta de las ovejas.

[8] Todos los que hasta ahora han venido, o entrado por otra parte, son ladrones y salteadores, y así las ovejas no os han escuchado.

[9] Yo soy la puerta. El que por mí entrare, se salvará; y entrará, y saldrá sin tropiezo, y hallará pastos.

[10] El ladrón no viene sino para robar, y matar, y hacer estrago. Mas yo he venido para que las ovejas tengan vida, y la tengan en más abundancia.

[11] Yo soy el buen pastor. El buen pastor sacrifica su vida por sus ovejas.

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Is. 40, 11.

[12] Pero el mercenario, y el que no es el propio pastor, de quien no son las ovejas, viendo venir al lobo, desampara las ovejas, y huye; y el lobo las arrebata, y dispersa el rebaño.

[13] El mercenario huye porque es asalariado, y no tiene interés alguno en las ovejas.

[14] Yo soy el buen pastor, y conozco mis ovejas, y las ovejas mías me conocen a mí.

[15] Así como el Padre me conoce a mí, así yo conozco al Padre; y doy mi vida por mis ovejas.

[16] Tengo también otras ovejas, que no son de este aprisco, las cuales debo yo recoger, y oirán mi voz; y de todas se hará un solo rebaño, y un solo pastor.

[17] Por eso mi Padre me ama, porque doy mi vida por mis ovejas, aunque para tomarla otra vez.

[18] Nadie me la arranca, sino que yo la doy por propia voluntad, y soy dueño de darla, y dueño de recobrarla: Este es el mandamiento que recibí de mi Padre.

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Jesucristo habla como un hombre sometido a la voluntad de su Padre, que se identifica con la suya.

[19] Excitó este discurso una nueva división entre los judíos.

[20] Decían muchos de ellos: Está poseído del demonio, y ha perdido el juicio; ¿por qué le escucháis?

[21] Otros decían: No son palabras éstas de quien está endemoniado, ¿por ventura puede el demonio abrir los ojos de los ciegos?

[22] Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación, fiesta que era en invierno.

[23] Y Jesús se paseaba en el templo, por el pórtico de Salomón .

[24] Le rodearon, pues, los judíos, y le dijeron: ¿Hasta cuándo has de traer suspensa nuestra alma? Si tú eres el Cristo , dínoslo abiertamente.

[25] Les respondió Jesús : Os lo estoy diciendo, y no lo creéis: las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ésas están dando testimonio de mí.

[26] Mas vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas.

[27] Mis ovejas oyen la voz mía; y yo las conozco, y ellas me siguen.

[28] Y yo les doy la vida eterna; y no se perderán jamás, y ninguno las arrebatará de mis manos.

[29] Pues lo que mi Padre me ha dado, todo lo sobrepuja; y nadie puede arrebatarlo de mano de mi Padre o de la mía.

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El Padre dio a su Hijo su misma naturaleza divina.

[30] Mi Padre y yo somos una misma cosa.

[31] Al oír esto los judíos, cogieron piedras para apedrearle.

[32] Les dijo Jesús : Muchas buenas obras he hecho delante de vosotros por la virtud de mi Padre, ¿por cuál de ellas me apedreáis?

[33] Le respondieron los judíos: No te apedreamos por ninguna obra buena, sino por blasfemia; y porque siendo tú un hombre, te haces Dios.

[34] Les replicó Jesús : ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois?

[35] Pues si llamó dioses a aquellos a quienes habló Dios, y no puede faltar la Escritura,

[36] ¿cómo de mí, a quien ha santificado el Padre, y ha enviado al mundo, decís vosotros que blasfemo, porque he dicho: Soy Hijo de Dios?

[37] Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis.

[38] Pero si las hago, aunque no queráis darme crédito a mí, dádselo a mis obras, a fin de que conozcáis, y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre.

[39] Quisieron entonces prenderle; mas él se escapó de entre sus manos;

[40] y se fue de nuevo a la otra parte del Jordán, a aquel lugar en que Juan había comenzado a bautizar; y permaneció allí.

[41] Y acudieron muchos a él, y decían: Es cierto que Juan no hizo milagro alguno.

[42] Mas todas cuantas cosas dijo Juan de éste, han salido verdaderas. Muchos creyeron en él.

Juan, 10