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Judith, 16


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[1] Entonces Judit cantó al Señor este cántico, diciendo:

[2] Entonad las alabanzas del Señor al son de panderos y címbalos o salterios; cantad en honor suyo un nuevo y armonioso salmo; ensalzad e invocad su santo Nombre.

[3] El Señor es el que derrota los ejércitos; su nombre es Yahvé, el Señor.

[4] El asentó sus campamentos en medio de su pueblo, para librarnos de las manos de todos nuestros enemigos.

[5] Vino de los montes el asirio, por el lado del Aquilón, con sus numerosas fuerzas; cuya muchedumbre secó los arroyos, y su caballería cubrió los valles.

[6] Juró abrasar todo mi país, y pasar a cuchillo mi juventud, robarme mis niños, y llevar esclavas las vírgenes.

[7] Mas el Señor todopoderoso lo ha castigado, y lo ha entregado en poder de una mujer, que le ha cortado la cabeza.

[8] Porque no ha sido su campeón derribado por jóvenes guerreros, ni han sido titanes, ni corpulentos gigantes los que le han hecho frente y lo han herido, sino que es Judit, hija de Merari, la que lo ha derribado con el atractivo de su rostro.

[9] Pues se quitó el traje de viuda, y se vistió de gala para llenar de júbilo a los afligidos hijos de Israel.

[10] Ungió su rostro con odoríferos perfumes, y ajustó sus rizados cabellos con la cofia o bonetillo, y se puso un nuevo vestido para engañarlo con estos adornos.

[11] Le arrebató los ojos con lo gracioso de su calzado; le cautivó el corazón con la hermosura de su rostro; y le cortó la cabeza con su misma espada.

[12] Se estremecieron los persas de su firmeza, y los medos de su osadía.

[13] Entonces resonó con alaridos el campamento de los asirios, cuando mis pobres conciudadanos, abrasados de sed, se presentaron contra ellos.

[14] Aunque hijos de madres jóvenes, acuchillaron a los asirios, y los mataron sin resistencia, como a muchachos que huyen; perecieron en la batalla, luego que apareció el Señor mi Dios.

[15] Cantemos un himno al Señor; cantémosle a nuestro Dios un himno nuevo.

[16] Oh Adonai, Señor mío, tú eres el grande y el muy glorioso por tu poder, y nadie puede sobrepujarte.

[17] Obedézcante todas tus criaturas, pues fueron hechas con un solo decir tuyo; enviaste tu espíritu, y fueron criadas; ninguna puede resistir a tu voz.

[18] Los montes con las aguas que encierran, serán desquiciados desde los cimientos; se derretirán las peñas en tu presencia, como si fuesen cera.

[19] Mas aquellos que te temen, serán grandes delante de ti en todas las cosas.

[20] ¡Ay de la nación que se levante contra mi pueblo!, porque el Señor todopoderoso ejercerá en ella su venganza, y la visitará en el día del juicio.

[21] Enviará fuego y gusanos sobre sus carnes, para que se abrasen y sufran penas eternas.

[22] Después de esto, pasó todo el pueblo, conseguida la victoria, a Jerusalén , a fin de adorar al Señor; e inmediatamente que se purificaron, ofrecieron todos holocaustos, y cumplieron sus votos y promesas.

[23] Y Judit ofreció, por anatema de olvido, todas las armas y arneses de Holofernes, que el pueblo le había dado, y aquel rico cortinaje o mosquitero que ella quitó del lecho de aquél.

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Voto de perpetua memoria.

[24] Entretanto, el pueblo se entregaba al regocijo a la vista del santuario, y por espacio de tres meses se celebró con Judit el gozo de esta victoria.

[25] Pasados estos días, volvió cada uno a casa; y Judit fue muy celebrada en Betulia, y era la más esclarecida de todo el país de Israel.

[26] Porque a su valor juntaba la castidad; de suerte que después que falleció su marido Manasés, no conoció otro varón en toda su vida.

[27] En los días de fiesta salía en público, llena de gloria.

[28] Se mantuvo en la casa de su marido hasta los ciento cinco años; habiendo dado la libertad a su esclava o doncella. Murió al fin, y fue sepultada con su marido en Betulia.

[29] Y le hizo todo el pueblo las exequias por espacio de siete días.

[30] Durante toda su vida no hubo quien turbase a Israel, ni después de su muerte en muchos años.

[31] El día de la fiesta de esta victoria es señalado por los hebreos entre los días santos, y lo honran los judíos desde aquel tiempo hasta el presente.

Judith, 16