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Judith, 15


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[1] Así que supo todo el ejército que Holofernes había sido degollado, perdieron todos el seso y quedaron sin saber qué hacer; y agitados de terror y miedo, no hallaron otro remedio que la fuga.

[2] De manera que ninguno consultaba ni siquiera con su compañero, sino que cabizbajos, abandonándolo todo, se daban prisa a escapar de los hebreos, que oían venir armados contra ellos, y a huir por las sendas de los campos y veredas de los collados.

[3] Viéndolos, pues, huir, los israelitas los persiguieron. Y así bajaron del monte tocando las trompetas y dando grandes gritos en pos de ellos.

[4] Y como los asirios iban desparramados, huyendo precipitadamente, los israelitas, formados en buen orden, los perseguían, destrozando a cuantos encontraban.

[5] Al mismo tiempo Ozías despachó mensajeros a todas las ciudades y provincias de Israel.

[6] Con lo que de todas las provincias y ciudades salió armada en pos de los enemigos la juventud más escogida, que los fue persiguiendo y acuchillando hasta llegar a los últimos términos del país.

[7] Entretanto los vecinos que quedaron en Betulia entraron en el campamento de los asirios, y cogieron los despojos que éstos abandonaron al huir, de que volvieron bien cargados.

[8] Asimismo los que victoriosos del enemigo regresaron a Betulia, trajeron consigo todo lo que habían tomado a los asirios, en tanta abundancia, que no podían contarse los ganados y bestias y las alhajas; y así es que todos quedaron ricos con este botín, desde el menor hasta el mayor.

[9] En seguida Joacim, sumo sacerdote, vino de Jerusalén a Betulia con todos sus ancianos o senadores para ver a Judit;

[10] y habiendo salido ella a recibirlo, todos a una voz la bendijeron, diciendo: Tú eres la gloria de Jerusalén ; tú la alegría de Israel; tú la honra de nuestra nación.

[11] Porque te has portado con varonil esfuerzo, y has tenido un corazón constante; porque has amado la castidad, y no has conocido otro varón que a tu difunto marido; por esto también la mano del Señor te ha confortado, y por lo mismo serás bendita para siempre.

[12] A lo que respondió todo el pueblo: ¡Amén!, ¡amén!

[13] Apenas bastaron treinta días para que el pueblo de Israel acabase de recoger los despojos de los asirios.

[14] Pero todas las cosas que se conoció haber sido propias de Holofernes, así oro, como plata, y vestidos, y pedrería, y toda suerte de muebles, se las dieron a Judit; todo se lo entregó el pueblo.

[15] Y todos, así hombres como mujeres, doncellas y jóvenes, estaban llenos de regocijo, cantando al son de órganos y de cítaras.

Judith, 15