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Judith, 10


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[1] Acabado que hubo de clamar al Señor, se levantó del lugar en que estaba postrada delante del Señor.

[2] Y llamó a una doncella suya, y bajando del oratorio a su habitación, se quitó el cilicio, se desnudó de los vestidos de viuda,

[3] y lavó su cuerpo, y se ungió con ungüento precioso, y repartió en trenzas el cabello de su cabeza, sobre la cual se puso una riquísima cofia o bonetillo; y se atavió con sus vestidos de gala, se calzó sus sandalias, se puso los brazaletes, y las manillas, y los zarcillos, y las sortijas, sin omitir adorno ninguno.

[4] Le añadió además el Señor nueva belleza; porque toda esta compostura no provenía de lasciva pasión, sino de un fin santo; y por tanto el Señor dio mayor realce a su hermosura, de suerte que a los ojos de todos aparecía de una incomparable belleza.

[5] Hizo llevar por su criada una botella de vino, y una tinaja de aceite, y trigo tostado, e higos secos, y panes, y queso, y marchó con ella.

[6] Al llegar a la puerta de la ciudad, hallaron a Ozías y a los ancianos de la ciu-dad, que la estaban aguardando.

[7] Los cuales, así que la vieron, quedaron en extremo asombrados de su hermosura;

[8] pero sin preguntarle palabra, la dejaron pasar diciendo: El Dios de nuestros padres te dé su gracia, y con su virtud esfuerce todos los designios de tu corazón, para que Jerusalén se gloríe de ti, y sea colocado tu nombre en el número de los santos y justos.

[9] Y todos los que allí estaban, dijeron a una voz: ¡Amén!, ¡amén!

[10] Judit, orando al Señor, salió fuera de las puertas con su doncella.

[11] Y bajando por el monte casi al rayar el día, le salieron al encuentro los centinelas de los asirios, y la detuvieron diciendo: ¿De dónde vienes?, ¿y adónde vas?

[12] Soy una de las hijas de los hebreos, respondió, y he huido de ellos, porque sé que han de ser presa de vuestras manos, por cuanto menospreciándoos, no han querido entregarse voluntariamente, y con esto ser tratados por vosotros con misericordia.

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La simulación como estrategia ha sido un recurso diplomático y militar. Sería ingenuo tachar de inmoral esta conducta.

[13] Por cuyo motivo pensé, y dije para conmigo: Iré a presentarme al príncipe Holofernes, para descubrirle los secretos de los hebreos, y darle un medio para sorprenderlos sin perder ni un hombre siquiera del ejército.

[14] Así que oyeron aquellos soldados sus palabras, quedaron contemplando su cara, tan encantados estaban de su rara belleza.

[15] Y le dijeron: Has salvado tu vida con ese designio de venir a presentarte a nuestro príncipe y señor;

[16] pues ten por cierto que al comparecer delante de él, te tratará bien, y ganarás su corazón. Con esto la condujeron al pabellón de Holofernes, declarando quién era.

[17] Apenas estuvo ella en su presencia, quedó Holofernes inmediatamente preso de sus ojos.

[18] Y le dijeron sus oficiales: ¿Quién habrá que tenga en poca estima al pueblo de los hebreos, teniendo como tienen mujeres tan bellas? ¿No merecen éstas que hagamos la guerra contra ellos para adquirirlas?

[19] Viendo, pues, Judit a Holofernes sentado bajo de su dosel, o pabellón, que era de púrpura, entretejido de oro, con esmeraldas y otras piedras preciosas;

[20] después de haber echado una mirada sobre él, le hizo una profunda reverencia, postrándose en tierra; mas los criados de Holofernes la levantaron por mandato de su señor.

Judith, 10