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Efesios, 3


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[1] Por este motivo yo, Pablo, estoy preso por amor de Jesucristo, por causa de vosotros los gentiles,

[2] porque sin duda habréis entendido de qué manera me confirió Dios el ministerio de su gracia entre vosotros,

[3] después de haberme manifestado por revelación este misterio de vuestra vocación, sobre el cual acabo de hablar en esta carta, aunque brevemente,

[4] por cuya lectura podéis conocer la inteligencia mía en el misterio de Cristo ,

[5] misterio que en otras edades no fue conocido de los hijos de los hombres, en la manera que ahora ha sido revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu Santo,

[6] esto es, que los gentiles son llamados a la misma herencia que los judíos, miembros de un mismo cuerpo o Iglesia, y partícipes de la promesa divina en Jesucristo mediante el evangelio,

[7] del cual yo he sido constituido ministro, por el don de la gracia de Dios, que se me ha dado conforme a la eficacia de su poder.

[8] A mí el más inferior de todos los santos o fieles se me dio esta gracia, de anunciar en las naciones las riquezas investigables de Cristo ,

[9] y de ilustrar a todos los hombres, descubriéndoles la dispensación del misterio que después de tantos siglos había estado en el secreto de Dios, creador de todas las cosas,

[10] con el fin de que en la formación de la Iglesia se manifieste a los principados, y potestades en los cielos, la sabiduría de Dios en los admirables y diferentes modos de su conducta,

[11] según el eterno designio, que puso en ejecución por medio de Jesucristo Nuestro Señor,

[12] por quien mediante su fe tenemos segura confianza y acceso libre a Dios.

[13] Por tanto, os ruego que no caigais de ánimo en vista de tantas tribulaciones como sufro por vosotros; pues estas tribulaciones son para vuestra gloria, y prueba de mi apostolado.

[14] Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo,

[15] el cual es el principio y la cabeza de toda esta gran familia que está en el cielo y sobre la tierra;

[16] para que según las riquezas de su gloria os conceda por medio de su Espíritu ser fortalecidos en virtud en el hombre interior,

[17] y que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, estando arraigados y cimentados en caridad,

[18] a fin de que podáis comprender con todos los santos, cuál sea la anchura, y el largo, y la altura, y profundidad de este misterio,

[19] y conocer también aquel amor de Cristo hacia nosotros, que sobrepuja a todo conocimiento, para que seáis plenamente colmados de todos los dones de Dios.

[20] Y en fin, a aquel Señor que es poderoso para hacer infinitamente más que todo lo que nosotros pedimos, o de todo cuanto pensamos, según el poder que obra eficazmente en nosotros,

[21] a él sea la gloria, por medio de Cristo Jesús , en la Iglesia, por todas las generaciones de todos los siglos. Amén.

Efesios, 3