Cantares, 3
[1] Mas ¡ay! que todo fue un sueño. En mi lecho eché de menos por la noche al que ama mi alma; lo anduve buscando, y no lo encontré. •
[2] Me levantaré, dije, y daré vueltas por la ciudad, y buscaré por calles y plazas al amado de mi alma. ¡Ay!, lo busqué, mas no lo hallé. •
Esta ciudad es Jerusalén. Esto indica a las almas deseosas de encontrar a su divino esposo.
[3] Me encontraron las patrullas que rondan por la ciudad, y les dije: ¿No habéis visto al amado de mi alma? •
[4] Cuando he aquí que a pocos pasos me encontré al que adora mi alma; le así, y no le soltaré hasta haberlo hecho entrar en la casa de mi madre, en la habitación de la que me dio la vida. •
[5] ¡Oh hijas de Jerusalén !, os conjuro por las corzas y los ciervos de los campos que no despertéis, ni interrumpáis el sueño a mi amada, hasta que ella quiera. •
[6] ¿Quién es ésta que va subiendo por el desierto como una columnita de humo, formada de perfumes de mirra y de incienso, y de toda especie de aromas? •
[7] Mirad el lecho de Salomón rodeado de sesenta valientes de los más esforzados de Israel, •
[8] todos armados de espadas y muy diestros en los combates; cada uno lleva su espada al lado, por temor de los peligros nocturnos. •
[9] De maderas de Líbano se ha hecho el rey Salomón su trono. •
[10] Las columnas las ha hecho de plata, el respaldo de oro, el techo y gradas las cubrió de púrpura, y el cetro con cierto esmalte que inspira amor, por causa de las hijas de Jerusalén . •
[11] Salid, pues, fuera, ¡oh hijas de Sión!, y veréis al rey Salomón con la diadema con que lo coronó su madre en el día de sus desposorios, día en que quedó colmado de júbilo su corazón. •