Cantares, 2
[1] Yo soy la flor del campo y el lirio de los valles. •
[2] Como azucena entre espinas, así es mi amiga entre las vírgenes. •
[3] Como el manzano entre árboles silvestres y estériles, así es mi amado entre los hijos de los hombres. Me senté a la sombra del que tanto había yo deseado, y su fruto es muy dulce al paladar mío. •
[4] Me introduje en la pieza en que tiene el vino más exquisito, y ordenó en mí el amor. •
Descripción del enamoramiento como embriaguez.
[5] ¡Ea!, confortadme con flores aromáticas, fortalecedme con olorosas manzanas, porque desfallezco de amor. •
[6] Pero mi esposo pondrá su mano izquierda debajo de mi cabeza, y con su diestra me abrazará. •
[7] ¡Oh hijas de Jerusalén !, os conjuro por las ligeras corzas y ciervos de los campos, que no despertéis ni quitéis el sueño a mi amada, hasta que ella quiera. •
[8] Me parece que oigo la voz de mi amado. Vedlo cómo viene saltando por los montes y brincando por los collados. •
La esposa en sueños imagina el regreso del amado.
[9] Al ligero gamo y al cervatillo se parece mi amado. Vedlo ya cómo se pone detrás de la pared nuestra, cómo mira por las ventanas, cómo está atisbando por las celosías. •
[10] He aquí que me habla mi amado y dice: Levántate, apresúrate, amiga mía, paloma mía, hermosa mía, y vente al campo; •
[11] pues pasó ya el invierno, se disiparon y cesaron las lluvias; •
[12] despuntan las flores en nuestra tierra; llegó el tiempo de la poda; el arrullo de la tórtola se ha oído ya en nuestros campos; •
[13] La higuera arroja sus brevas; esparcen su olor las florecientes viñas. Levántate, pues, amiga mía, beldad mía, y vente: •
[14] ¡Oh casta paloma mía, tú que anidas en los agujeros de las peñas, en las concavidades de las murallas, muéstrame tu rostro, suene tu voz en mis oídos; pues tu voz es dulce, y lindo tu rostro. •
[15] Vosotros, ¡oh amigos!, cazadnos esas zorrillas, que están asolando las viñas; porque nuestra viña está ya en cierne. •
[16] Mi amado es todo para mí, y yo soy toda de mi amado; el cual apacienta su rebaño entre azucenas •
[17] hasta que declina el día, y caen las sombras. Vuélvete corriendo, aseméjate, querido mío, a la corza y al cervatillo que se crían en los montes de Beter. •