Baruc, 6
[1] Por los pecados que habéis cometido en la presencia de Dios, seréis llevados cautivos a Babilonia por Nabucodonosor, rey de los babilonios. •
[2] Llegados, pues, a Babilonia estaréis allí muchísimos años y por muy largo tiempo, hasta siete generaciones; después de lo cual os sacaré de allí en paz. •
El profeta cuenta diez años por cada generación.
[3] Ahora bien, vosotros veréis en Babilonia dioses de oro, y de plata, y de piedra, y de madera, llevados en hombros, que causan un temor respetuoso a las gentes. •
[4] Guardaos, pues, vosotros de imitar lo que hacen los extranjeros de modo que vengáis a temerlos o respetarlos, y a concebir temor de tales dioses. •
[5] Cuando veáis, pues, detrás y delante de ellos la turba que los adora, decid allá en vuestro corazón: ¡Oh Señor!, sólo a ti se debe adorar.
[6] Porque mi ángel con vosotros está; y yo mismo tendré cuidado de vuestras almas. •
Dn. 10, 13-21; 12, 1.
[7] Puesto que la lengua de los ídolos limada fue por el artífice, y muda se queda; y aunque están ellos dorados y plateados, son un mero engaño, e incapaces de poder hablar. •
[8] Y al modo que se hace con una doncella amiga de engalanarse, así echando mano del oro los adornan con esmero. •
[9] Y la verdad los dioses de ellos tienen puestas sobre la cabeza coronas de oro; oro que después con la plata les quitan los sacerdotes, a fin de gastarlo ellos para sí mismos. •
[10] Y aun lo hacen servir para engalanar a las rameras; y a veces recobrándolo de ellas, adornan con él a sus dioses. •
[11] Sin embargo, estos dioses no saben liberarse del orín y de la polilla.
[12] Y después que los han revestido de púrpura, les limpian el rostro, con motivo del muchísimo polvo que hay en sus templos. •
[13] Tiene también el ídolo un cetro en su mano, como lo tiene aquel que es juez o gobernador de un país; mas él no puede quitar la vida, ni dañar al que le ofende. •
[14] Tiene igualmente en su mano la espada y el hacha; mas no se puede librar a sí mismo de la guerra, ni de los ladrones, por todo lo cual podéis daros cuenta que no son dioses. •
[15] Y así no tenéis que temerlos; porque esos dioses son como una vasija hecha pedazos, que para nada sirve. •
[16] Colocados que se hallan en una casa o templo, sus ojos se cubren luego del polvo que levantan los pies de los que entran.
[17] Y al modo que al que ofendió al rey se le encierra dentro de muchas puertas, y como se practica con un muerto que se lleva al sepulcro, así aseguran los sacerdotes las puertas con cerraduras y cerrojos, para que los ladrones no despojen a los dioses.
[18] Les enciende también delante muchas lámparas; mas no pueden ver ninguna de ellas; son esos dioses como las vigas de una casa. •
[19] Dicen que unas sierpes, que salen de la tierra, les lamen el interior, cuando se los comen a ellos y a sus vestiduras, sin que ellos lo perciban. •
Sierpes se refiere a los insectosxilófagos, es decir, que se alimentan de madera.
[20] Negras se vuelven sus caras del humo que hay en su casa.
[21] Sobre su cuerpo y sobre su cabeza vuelan las lechuzas, y las golondrinas, y otras aves, y también los gatos andan sobre ellos. •
[22] Por donde podéis conocer que ellos no son dioses; y por lo mismo, no los temáis.
[23] Además de esto, el oro que tienen es para bien parecer; si alguno no los limpia del orín, ya no relucirán. Ni aun cuando los estaban fundiendo en el crisol, sintieron nada.
[24] Y a pesar de que no hay en ellos espíritu alguno, fueron comprados a sumo precio. •
[25] Llevados son en hombros, como que no tienen pies; demostrando así a los hombres su vergonzosa impotencia. Avergonzados sean también aquellos que los adoran. •
[26] Por eso si caen en tierra, no se levantan por sí mismos; ni por si mismos se mantendrán, si alguno los pone en pie; y les han de poner delante las ofrendas como a los muertos. •
[27] Estas ofrendas las venden y malgastan sus sacerdotes, y sus mujeres roban para sí; no dan nada de ello al enfermo ni al mendigo. •
[28] Tocan los sacrificios de ellos las mujeres paridas y las menstruosas. Conociendo, pues, por todas estas cosas que ellos no son dioses, no tenéis que temerlos. •
Lv. 12, 4; 15, 19.
[29] Mas ¿cómo es que los llaman dioses? Es porque las mujeres presentan dones a estos dioses de plata, y de oro, y de madera; •
[30] y los sacerdotes se están en las casas o templos de ellos, llevando rasgadas sus túnicas, y raído el cabello y la barba, y con la cabeza descubierta. •
Todas las prácticas descritas estaban prohibidas por la ley judía. Lv. 10, 6; 21, 5-10.
[31] Y rugen dando gritos en la presencia de sus dioses, como se practica en la cena o convite de un muerto. •
[32] Los sacerdotes les quitan a los ídolos sus vestidos, y los hacen servir para vestir a sus mujeres y a sus hijos.
[33] Y aunque a los ídolos se les hiciere algún mal o algún bien, no pueden volver la paga correspondiente. Ni pueden poner un rey, ni pueden quitarlo.
[34] Y asimismo, ni pueden dar riquezas, ni tomar venganza de nadie. Si alguno les hace un voto y no lo cumple, ni de esto se quejan. •
[35] No pueden librar a un hombre de la muerte, ni amparar al débil contra el poderoso.
[36] No restituyen la vista a ningún ciego, ni sacarán de la miseria a nadie.
[37] No se compadecerán de la viuda, ni serán bienhechores de los huérfanos.
[38] Semejantes son a las piedras del monte esos sus dioses de madera, de piedra, de oro, de plata. Confundidos serán sus adoradores.
[39] ¿Cómo, pues, puede juzgarse ni decirse que ellos sean son dioses,
[40] cuando aun los mismos caldeos los desprecian? Así que oyen que uno no puede hablar porque es mudo, lo presentan a Bel, rogándole que lo haga hablar; •
[41] como si tuviesen sentido aquellos que no tienen movimiento alguno; y ellos mismos, cuando lleguen a desengañarse, los abandonarán; pues ningún sentido tienen sus dioses. •
[42] Las mujeres ceñidas de cordones, se sientan en los caminos quemando el terrón o el desecho de la aceituna. •
[43] Y así que alguna de ellas, atraída por algún pasajero, ha dormido con él, hiere a su compañera de que no ha sido escogida como ella, y no ha sido roto su cordón o cinta.
[44] Y todas cuantas cosas se hacen en honor de los ídolos, están llenas de engaño e infamia. ¿Cómo, pues, podrá nunca juzgarse o decirse que ellos sean dioses?
[45] Han sido fabricados por carpinteros y por plateros. No serán otra cosa que aquello que quieran los sacerdotes. •
[46] Los artífices mismos de los ídolos duran poco tiempo. ¿Podrán, pues, ser dioses aquellas cosas que ellos mismos fabrican?
[47] Mentira y oprobio es lo que dejan a los que han de nacer.
[48] Porque si sobreviene alguna guerra o desastre, los sacerdotes andan discurriendo dónde guarecerse con aquellos sus dioses. •
[49] ¿Cómo pueden merecer jamás el concepto de dioses, aquellos que ni pueden librarse de la guerra, ni sustraerse de las calamidades?
[50] Porque siendo como son cosa de madera, dorados y plateados, conocerán después al fin todas las naciones y reyes que son un engaño, viendo claramente cómo no son dioses, sino obras de las manos de los hombres, y que nada hacen ellos en prueba de ser dioses. •
[51] Pero ¿y de dónde se conoce que son ellos dioses, sino obras de las manos de los hombres, y que nada hacen en prueba de que son dioses? •
[52] En que ellos no ponen rey en ningún país, ni pueden dar la lluvia a los hombres.
[53] No decidirán ciertamente las contiendas, ni librarán de la opresión a las provincias; porque nada pueden; son como las cornejitas, las cuales ni vienen a ser aves del cielo, ni animales de la tierra. •
[54] Porque si se prendiere fuego en el templo de los dioses esos de madera, de plata y de oro, a buen seguro que echarán a huir sus sacerdotes, y se pondrán a salvo; pero ellos se abrasarán dentro, lo mismo que las vigas.
[55] Y no harán resistencia a un rey en tiempo de guerra. ¿Cómo, pues, puede creerse, ni admitirse que sean ellos dioses?
[56] No se librarán de ladrones, ni de salteadores, unos dioses que son de madera y de piedra, dorados y plateados; porque aquéllos pueden más que ellos; •
[57] y les quitarán el oro, y la plata, el vestido de que están cubiertos, y se marcharán; sin que los ídolos puedan valerse a sí mismos.
[58] Por manera que vale más un rey que muestra su poder, o cualquier mueble útil en una casa, del cual se precia el dueño, o la puerta de la casa, que guarda lo que hay dentro de ella, que no los falsos dioses. •
[59] El sol ciertamente, y la luna y las estrellas, que están puestas para alumbrarnos y sernos provechosas, obedecen al Creador. •
[60] El relámpago se hace percibir cuando aparece; y el viento sopla por todas las regiones.
[61] Igualmente las nubes, cuando Dios les manda recorrer todo el mundo, ejecutan lo que les ha mandado.
[62] El fuego también enviado de arriba para abrasar los montes y los bosques, cumple lo que se le ha ordenado. Mas estos ídolos, ni en la belleza, ni en la virtud se parecen a esas cosas.
[63] Y así no debe pensarse, ni decirse que ellos sean dioses, cuando no pueden ni hacer justicia ni servir en cosa alguna a los hombres.
[64] Sabiendo, pues, que ellos no son dioses, no tenéis que temerlos;
[65] pues ni enviarán maldición ni bendición a los reyes;
[66] ni muestran tampoco a los pueblos las estaciones de los tiempos, ni lucen como el sol, ni alumbran como la luna.
[67] Más que ellos valen las bestias; las cuales pueden huir a refugiarse bajo cubierto, y valerse a sí mismas.
[68] De ninguna manera son dioses, como es evidente, por tanto, pues, no tenéis que temerlos.
[69] Porque así como no es buen guarda en el melonar un espantajo, así son sus dioses de madera, de plata y de oro. •
[70] Son como la espina blanca en un huerto, sobre la cual vienen a posar toda suerte de pájaros. Se asemejan también estos dioses suyos de madera, dorados y plateados, a un muerto que yace entre las tinieblas del sepulcro. •
[71] Por la púrpura y escarlata, las cuales veis que se apolillan sobre ellos, conoceréis claramente que no son dioses, ellos mismos son al fin pasto de la polilla, y servirán de oprobio al país. •
[72] Mejor que todo es el varón justo, el cual no conoce los ídolos; porque estará bien lejos de la ignominia. •
De la ignominia que acarrea adorar como a dioses los leños y piedras en forma de ídolos.