Baruc, 4
[1] La sabiduría, éste es el libro de los mandamientos de Dios, y la ley que subsiste eternamente, todos los que la abrazan, llegarán a la vida verdadera; mas aquellos que la abandonan, van a parar en la muerte. •
[2] Conviértete, ¡oh Jacob , y tenla asida! Anda a la luz de ella por el camino que te señala con su resplandor . •
[3] No des tu gloria a otro pueblo, ni tu dignidad a una nación extraña. •
[4] Dichosos somos nosotros, ¡oh Israel!, porque sabemos las cosas que son del agrado de Dios. •
Sal 147 (146-147), 19; Dt. 4, 8.
[5] Ten buen ánimo, ¡oh pueblo de Dios¡, tú que conservas el nombre de Israel. •
[6] Vendidos habéis sido vosotros a las naciones, pero no para que seáis aniquilados; sino por haber provocado la indignación de Dios, por eso fuisteis entregados a los enemigos. •
[7] Pues exasperasteis a aquel Señor que os creó, al Dios eterno, ofreciendo sacrificios a los demonios en lugar de Dios. •
[8] Porque echasteis en olvido al Dios que os creó, y llenasteis de aflicción a Jerusalén , vuestra nodriza. •
[9] Porque ella vio venir sobre vosotros la ira de Dios, y dijo: Escuchad, ¡oh ciudades vecinas de Sión! Dios me ha enviado una gran aflicción; •
[10] pues yo he visto la esclavitud del pueblo mío, de mis hijos e hijas, a la cual el Eterno los ha conducido. •
[11] Porque yo los creé con gozo; pero con llanto y con dolor los he dejado. •
[12] Nadie se alegra al verme viuda y desolada, desamparada he sido de muchos, por causa de los pecados de mis hijos; los cuales se desviaron de la ley de Dios, •
[13] y desconocieron sus preceptos, y no anduvieron por el camino de los mandamientos de Dios, ni con la justicia siguieron por las sendas de su verdad. •
[14] Vengan las ciudades vecinas de Sión, y consideren y lamenten conmigo la esclavitud a que el Eterno ha reducido a mis hijos e hijas; •
[15] porque el Señor hizo venir contra ellos una nación remota, nación perversa y de lengua desconocida, •
[16] la cual no ha respetado al anciano, ni ha tenido piedad de los niños, y le ha arrancado a la viuda sus queridos hijos, dejándola sin ellos desolada. •
[17] Y ahora ¿en qué puedo yo ayudaros? •
[18] Pero aquel Señor que envió sobre vosotros los males, él mismo os liberará de las manos de vuestros enemigos. •
[19] Andad, ¡oh hijos míos!, id al cautiverio, y yo me quedo solitaria. •
[20] Me desnudé del manto o vestido de paz y regocijo, y me vestí del saco de rogativa, y clamaré al Altísimo todos los días de mi vida. •
[21] Tened buen ánimo, ¡oh hijos míos!, clamad al Señor, y él os libertará del poder de los príncipes enemigos.
[22] Porque yo he puesto la esperanza mía en el Eterno, que es nuestra salud; y el Santo me ha consolado con la promesa de la misericordia que tendrá de vosotros el Eterno, nuestro Salvador . •
[23] Pues con lágrimas y sollozos os dejé ir; mas el Señor os volverá otra vez a mí con gozo y alegría duradera.
[24] Y al modo que las ciudades vecinas de Sión vieron que venía de Dios vuestra esclavitud, así verán muy pronto que os vendrá de Dios la salud con gran honra y resplandor eterno.
[25] Hijos, soportad con paciencia el castigo que ha descargado sobre vosotros. Porque, ¡oh Israel!, tu enemigo te ha perseguido; pero en breve verás tú su perdición, y pondrás tu pie sobre su cuello. •
[26] Mis delicados hijos han andado por caminos ásperos; porque han sido llevados como un rebaño robado por enemigos.
[27] Hijos, tened buen ánimo, y clamad al Señor; pues aquel mismo que os ha transportado ahí, se acordará de vosotros.
[28] Porque si vuestra voluntad os movió a descarriaros de Dios, también le buscaréis con una voluntad diez veces mayor, luego que os hayáis convertido. •
[29] Porque aquel que os envió estos males, él mismo traerá un gozo sempiterno con la salud que os dará.
[30] Buen ánimo, ¡oh Jerusalén !, pues te consuela aquel Dios que te dio el nombre de ciudad suya. •
[31] Los malos que te destrozaron perecerán, y castigados serán aquellos que se alegraron en tu ruina. •
[32] Las ciudades a las cuales han servido tus hijos, serán castigadas; y será castigada aquella que se apoderó de ellos. •
[33] Así como se gozó ella en tu ruina y se alegró de tu caída, así se verá angustiada en su desolación.
[34] Y cesará la alegre algazara de su muchedumbre, y su regocijo se convertirá en llanto.
[35] Porque el Eterno enviará fuego sobre ella por los largos días, y será habitada de demonios durante mucho tiempo. •
El fuego de la venganza divina por medio de los persas. Is. 13, 19; Je. 50, 39.
[36] Mira, ¡oh Jerusalén !, hacia el oriente, y repara la alegría que Dios te envía; •
[37] porque he aquí que vuelven tus hijos que tú enviaste dispersos, ellos vienen congregados desde oriente a occidente, según la promesa del Santo, alabando a Dios con alegría. •