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II Reyes, 23


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[1] Volvieron, pues, a referir al rey lo que había dicho la profetisa. El cual dio luego orden, y se congregaron en su presencia todos los ancianos de Judá y de Jerusalén .

[2] Y subió el rey al templo del Señor, acompañado de todos los varones de Judá y de los moradores de Jerusalén , de los sacerdotes y profetas, y de todo el pueblo, pequeños y grandes, y leyó delante de ellos todas las palabras del Libro de la Alianza hallado en la casa del Señor.

[3] Y puesto el rey en pie sobre su tribuna o trono, hizo pacto o alianza delante del Señor, de que todos seguirían al Señor y guardarían sus preceptos y amonestaciones y ceremonias con todo el corazón y con toda el alma, y restablecerían en su observancia las palabras de esta alianza escritas en aquel libro; y ratificó el pueblo ese pacto o promesa.

[4] Al mismo tiempo mandó el rey al sumo sacerdote Helcías y a los sacerdotes de segundo orden, y a los porteros, que arrojasen del templo del Señor todos los vasos o alhajas consagradas a Baal, y al ídolo del bosque, y a todos los astros del cielo, y los quemó fuera de Jerusalén en el valle de Cedrón, e hizo llevar las cenizas a Betel.

[5] Y exterminó los agoreros, instituidos por los reyes de Judá en las ciudades de Judá y alrededores de Jerusalén para sacrificar en los lugares altos; y a aquellos que quemaban incienso a Baal y al Sol, a la Luna y a los doce signos del Zodíaco, y a todos los astros del cielo.

[6] Hizo también sacar el ídolo del bosque de la casa del Señor, y llevarlo fuera de Jerusalén , al valle de Cedrón, donde lo quemó, y redujo a cenizas, que hizo esparcir sobre los sepulcros del pueblo.

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Los pobres que no podían costearse sepulcro se enterraban en Tofet, en el valle Cedrón.

[7] Asimismo destruyó las casillas o pabellones de los afeminados, que se habían formado en la casa del Señor; para quienes las mujeres tejían unos como pabellones al servicio del ídolo del bosque.

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Del ídolo Astarté.

[8] Recogió también a todos los sacerdotes de las ciudades de Judá y profanó los lugares altos, donde sacrificaban los sacerdotes, desde Gabaa hasta Bersabee, y derribó los altares de las puertas de Jerusalén , situados a la entrada de la casa o puerta de Josué, príncipe de la ciudad, que habitaba a mano izquierda de la puerta de la ciudad.

[9] Y de allí en adelante los sacerdotes que habían sacrificado en las alturas subieron al altar del Señor en Jerusalén ; sólo se le permitía comer los panes ázimos en compañía de sus hermanos.

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Lv. 21, 17-22.

[10] Profanó asimismo el lugar de Tofet, situado en el valle del hijo de Ennón; a fin de que nadie consagrara su hijo o su hija a Moloc, haciéndolos pasar por el fuego.

[11] Quitó también los caballos que los reyes de Judá tenían consagrados al Sol a la entrada del templo del Señor, junto a la vivienda del eunuco Natanmelec, la cual estaba en Farurim; y los carros del Sol los entregó a las llamas.

[12] Destruyó igualmente el rey los altares colocados sobre el terrado del cuarto o habitación de Acaz, erigidos por los reyes de Judá; como también los altares puestos por Manasés en los dos atrios del templo del Señor; y desde aquí fue corriendo a esparcir la ceniza de ellos en el torrente de Cedrón.

[13] Además profanó el rey los lugares altos junto a Jerusalén , que estaban a la derecha del monte Olivete, llamado del Escándalo, erigidos por Salomón , rey de Israel, al ídolo de los sidonios Astarot, y a Camos, escándalo de Moab, y a Melcom, oprobio de los hijos de Amón;

[14] y destruyó las estatuas, y taló los bosques sacrílegos, y llenó aquellos lugares de huesos de muertos.

[15] Además el altar que había en Betel y el lugar alto, formado por Jeroboam, hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel, uno y otro los destruyó, y abrasó, y redujo a cenizas; y quemó también el bosque.

[16] Y volviendo los ojos Josías, vio los sepulcros que había en el monte, y envió a sacar los huesos de los sepulcros, y los quemó sobre el altar, con lo que lo profanó, según la palabra del Señor, pronunciada por el varón de Dios que había predicho estas cosas.

[17] Añadió: ¿De quién es aquel túmulo o monumento que veo? Le respondieron los vecinos de aquella ciudad: Es el sepulcro del varón de Dios que vino de Judá y profetizó estas cosas que acabas de ejecutar sobre el altar de Betel.

[18] Y dijo el rey: Dejadle, ninguno mueva sus huesos; y así quedaron intactos sus huesos con los del profeta, venido de Samaria.

[19] Finalmente, quitó Josías todos los adoratorios de las alturas que había en las ciudades de Samaria, construidos por los reyes de Israel para irritar al Señor, y ejecutó con ellos lo mismo que había hecho en Betel.

[20] Y degolló a todos los sacerdotes de las alturas, que estaban allí encargados de los altares; y quemó sobre estos altares huesos humanos, y volvió a Jerusalén .

[21] Por último, dio esta orden a todo el pueblo: Celebrad la Pascua al Señor Dios vuestro, conforme se halla escrito en este Libro de la Alianza.

[22] Jamás se celebró Pascua igual desde el tiempo de los jueces que gobernaron a Israel, ni en todo el tiempo de los reyes de Israel, y de los reyes de Judá,

[23] como fue esta Pascua que se celebró en honor del Señor en Jerusalén , el año decimoctavo del rey Josías.

[24] Extirpó igualmente Josías a los pitones o magos y a los adivinos, y las figuras de ídolos, y las inmundicias y abominaciones que habían quedado en el país de Judá y de Jerusalén a fin de restablecer en su vigor las palabras de la ley escritas en aquel libro hallado por Helcías, sumo sacerdote, en el templo del Señor.

[25] No hubo entre sus predecesores ningún rey que del modo que éste se convirtiese al Señor con todo el corazón, y con toda su alma, y con todas sus fuerzas, siguiendo en todo la ley de Moisés; ni después de él nació otro que le fuese semejante.

[26] Sin embargo, no depuso el Señor su terrible enojo y gran indignación contra Judá por los ultrajes con que le había provocado Manasés.

[27] Y así dijo el Señor: Yo arrojaré de mi presencia también a Judá, como arrojé a Israel; y desecharé a Jerusalén , esa ciudad que yo había escogido, y el templo del cual dije: Aquí es donde mi Nombre será invocado.

[28] En cuanto a las demás acciones de Josías y todas las cosas que hizo, ¿no está todo esto escrito en el Libro de los Anales de los Reyes de Judá?

[29] En su reinado, el faraón Necao, rey de Egipto, se puso en marcha hacia el río Eufrates para batir al rey de los asirios, y salió contra él el rey Josías, que al primer encuentro quedó muerto en Mageddo.

[30] Y sus criados lo llevaron muerto desde Mageddo, y lo transportaron a Jerusalén , y lo sepultaron en su sepulcro. Entonces el pueblo de la tierra tomó a Joacaz, hijo de Josías, al cual ungieron y proclamaron rey en lugar de su padre.

[31] Veintitrés años tenía Joacaz cuando comenzó a reinar, y reinó tres meses en Jerusalén ; su madre se llamaba Amital, hija de Jeremías, de Lobna.

[32] E hizo Joacaz el mal en presencia del Señor, imitando todo el proceder de sus padres.

[33] Y el rey faraón Necao lo puso en cadenas en Rebla, situada en tierra de Emat, privándole del reino de Jerusalén ; y echó al país una contribución de cien talentos de plata y un talento de oro.

[34] Después de esto el faraón Necao estableció rey a Eliacim, hijo de Josías, en lugar de Josías, su padre, mudándole el nombre en el de Joakim. Pero a Joacaz se lo llevó consigo, y lo condujo a Egipto, donde murió.

[35] Joakim dio la plata y el oro al faraón, habiendo impuesto a todo el país un tributo personal para sacar la suma ordenada por el faraón, exigiendo de cada uno de sus vasallos así la plata como el oro, a proporción de su posibilidad, para dárselo al faraón Necao.

[36] Veinticinco años tenía Joakim cuando comenzó a reinar, y reinó once años en Jerusalén ; se llamaba su madre Zebida, y era hija de Fadaía, natural de Ruma.

[37] E hizo el mal delante del Señor, a imitación de todo lo que habían hecho sus padres o abuelos.

II Reyes, 23