II Pedro, 2
[1] Verdad es que hubo también falsos profetas en el antiguo pueblo de Dios, así como se verán entre vosotros, maestros embusteros, que introducirán con disimulo sectas de perdición, y renegarán del Señor que los rescató, acarreándose a sí mismos una pronta venganza. •
[2] Y muchas gentes los seguirán en sus disoluciones; por cuya causa el camino de la verdad será infamado; •
[3] y usando de palabras fingidas, harán tráfico de vosotros, por avaricia; mas el juicio que hace tiempo que los amenaza va viniendo a grandes pasos, y no está dormida la mano que debe perderlos. •
[4] Porque si Dios no perdonó a los ángeles delincuentes, sino que amarrados con cadenas infernales los precipitó al tenebroso abismo, en donde son atormentados y tenidos como en reserva hasta el día del juicio; •
[5] si tampoco perdonó al antiguo mundo, aunque preservó al predicador de la justicia divina, Noé , con siete personas, al anegar con el diluvio el mundo de los impíos; •
A los hombres anteriores al diluvio.
[6] si reduciendo a cenizas las ciudades de Sodoma y Gomorra, las condenó a desolamiento, poniéndolas para escarmiento de los que vivirán impíamente; •
[7] si libertó al justo Lot, a quien estos hombres abominables afligían y perseguían con su vida infame,
[8] pues conservaba puros sus ojos y oídos, morando entre gentes que cada día sin cesar atormentaban su alma pura con obras detestables, •
[9] luego bien sabe el Señor librar de la tentación a los justos, reservando los malos para los tormentos en el día del juicio, •
[10] y sobre todo aquellos que para satisfacer sus impuros deseos siguen la concupiscencia de la carne, y desprecian las potestades; osados, pagados de sí mismos, que blasfemando no temen sembrar herejías, •
[11] como quiera que los ángeles mismos con ser tanto mayores en fuerza y poder, no condenan con palabras de execración, ni maldición, a los de su especie; •
A los demonios, por ser éstos criaturas de Dios. Se puede traducirno pueden resistir la horrenda condenación fulminada contra ellos.
[12] mas éstos otros, que, por el contrario, como brutos animales, nacidos para ser presa del hombre o para el lazo y la matanza, blasfeman de las cosas que ignoran, perecerán en los vergonzosos desórdenes en que están sumergidos, •
[13] recibiendo la paga de su iniquidad, ya que ponen su felicidad en parar cada día entre placeres, siendo la misma mancha y suciedad, entregados a deleites, mostrando su disolución en los convites que celebran con vosotros, •
[14] como que tienen los ojos llenos de adulterio y de un continuo pecar. Ellos atraen con halagos las almas ligeras e inconstantes, teniendo el corazón ejercitado en todas las mañas que puede sugerir la avaricia; son hijos de maldición; •
[15] han dejado el camino recto, y se han descarriado, siguiendo la senda de Balaam , hijo de Bosor, el cual codició el premio de la maldad; •
[16] mas tuvo quien reprendiese su sandez y mal designio, una muda bestia o burra en que iba montado, hablando en voz humana, refrenó la necedad del profeta. •
Num 22; 23; 24.
[17] Estos son fuentes pero sin agua, y nieblas agitadas por torbellinos que se mueven a todas partes, para los cuales está reservado el abismo de las tinieblas; •
[18] porque profiriendo discursos pomposos llenos de vanidad, atraen con el cebo de apetitos carnales de lujuria a los que poco antes habían huido de la compañía de los que profesan el error,
[19] prometiéndoles libertad, cuando ellos mismos son esclavos de la corrupción; pues quien de otro es vencido, por lo mismo queda esclavo del que le venció. •
[20] Porque si después de haberse apartado de las asquerosidades del mundo por el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, enredados otra vez en ellas son vencidos, su postrera condición viene a ser peor que la primera. •
[21] Por lo que mejor les fuera no haber conocido el camino de la justicia, que después de conocido volver atrás y abandonar la ley santa que se les había dado, •
[22] cumpliéndose en ellos lo que suele significarse por aquel refrán verdadero: Se volvió el perro a comer lo que vomitó; y: La marrana lavada, a revolcarse en el cieno. •