I Pedro, 5
[1] Esto supuesto, a los presbíteros que hay entre vosotros suplico yo, vuestro copresbítero y testigo de la pasión de Cristo , como también participante de su gloria, la cual se ha de manifestar a todos en lo por venir, •
En la segunda venida gloriosa de Jesucristo.
[2] que apacentéis la grey de Dios puesta a vuestro cargo, gobernándola y velando sobre ella no precisados por la necesidad, sino con afectuosa voluntad que sea según Dios; no por un sórdido interés, sino gratuitamente; •
[3] ni porque queréis tener señorío sobre el clero, o la heredad del Señor, sino siendo verdaderamente dechados de la grey; •
El pueblo de Israel se llamaba clero, es decir, herencia, suerte o patrimonio de Dios.
[4] que cuando se dejará ver el Príncipe de los pastores, Jesucristo, recibiréis una corona inmarcesible de gloria.
[5] Vosotros igualmente, ¡oh jóvenes!, estad sujetos a los ancianos, o sacerdotes. Todos, en fin, inspiraos recíprocamente y ejercitad la humildad; porque Dios resiste a los soberbios, pero a los humildes les da su gracia. •
[6] Humillaos, pues, bajo la mano poderosa de Dios, para que os exalte al tiempo de su visita o del juicio, •
[7] descargando en su amoroso seno todas vuestras solicitudes, pues él tiene cuidado de vosotros. •
[8] Sed sobrios, y estad en continua vela; porque vuestro enemigo el diablo anda girando como león rugiente alrededor de vosotros, en busca de para que devorar.
[9] Resistidle firmes en la fe, sabiendo que la misma tribulación padecen vuestros hermanos, cuantos hay en el mundo.
[10] Mas Dios dador de toda gracia, que nos llamó a su eterna gloria por Jesucristo, después que hayáis padecido un poco, él mismo os perfeccionará, fortificará y consolidará.
[11] A él sea dada la gloria y el poder soberano por los siglos de los siglos. Amén.
[12] Por Silvano, el cual es, a mi juicio, un fiel hermano, os he escrito brevemente, declarándoos y protestándoos, que la verdadera gracia de Dios, o la verdadera religión, es ésta, en que vosotros permanecéis constantes. •
[13] La Iglesia que, escogida por Dios como vosotros, mora en esta Babilonia, os saluda, y mi hijo Marcos. •
La antigüedad ha entendido en este verso por Babilonia la ciudad de Roma.
[14] Saludaos mutuamente con el ósculo santo. La gracia sea con todos vosotros, los que estáis unidos en Cristo Jesús . Amén.